Su infancia transcurre bajo un régimen absolutista presidido por la represión política y el oscurantismo religioso. Rechaza la reaccionaria sociedad de su tiempo, se margina y, rechazando toda adaptación social, lanza sus crueles burlas contra un mundo que solo le provoca asco. Frecuenta la bohemia literaria , establece relación con el mundo de las letras y asiste a las tertulias en las que brillan Gautier, Gérard de Nerval, Emile Deroy, entre otros.
En 1857 publica "Las flores del mal", texto en el que reúne la mayor parte de su producción poética y auténtica reflexión sobre el poderoso atractivo del mal que se convierte en un grito de rebeldía contra la naturaleza y la creación. En 1860 escribe "Los paraísos artificiales", en el que narra sus experiencias con el hachís y el opio. Baudelaire fue un hombre de vida desconcertante y contradictoria, sus relaciones afectivas y sexuales fueron no poco extrañas y caracterizadas por el eterno juego de búsqueda y de rechazo.
El mito de Baudelaire se prolonga, más allá de su vida, en su leyenda. Sartre afirma que Baudelaire, a los veinticinco años, había contraído ya la sífilis que acabaría pudriéndolo. Proust sugiere que Baudelaire tenía claras tendencias homosexuales que jamás fueron satisfechas.
Su obra, impregnada de un erotismo estético, romántico y decadente canta el desgarro aterrador que sufre quien no consigue aunar el ideal soñado con la más dura y cotidiana realidad.