lunes, 14 de julio de 2014

LAUS VENERIS

     ¿Duerme o permanece en vela? Porque su cuello, besado de muy cerca, lleva todavía una mancha purpúrea donde la sangre asesina palpita y se borra; dulce y dulcemente mordida, más bella a causa de la mancha.
     ¡Oh, esa mancha violácea en ese bello cuello de mujer dormida y el abandono tan parecido a la muerte, la calma de ese cuerpo postrado de placer! ¡Cómo me atraía aquella mancha! ¡Hubiera querido acercar mis labios y chupar lentamente todo el alma de aquella mujer, hasta su sangre! Y luego, ese pulso regular me enervaba: el hálito de su respiración, su pecho que subía y bajaba, me obsesionaban como el tic-tac del péndulo en una pesadilla. Vi el momento en que mis manos crispadas iban a enlazar la garganta de la durmiente, sí, la garganta, y apretarla hasta que dejase de respirar. Hubiera querido estrangularla y morderla, impedir que respirara sobre todo. ¡Ah! ¡Ese aliento continuo!.... Me levanté, con un sudor frío en las sienes, agitado por el alma de asesino que había poseído durante diez segundos: tenía que haber atado mis dos manos, una a otra, para impedir que se posaran en ese cuello.... Ella dormía, y de sus labios salía un olorcillo a podredumbre....., todos los humanos exhalan ese olor desabrido al dormir.
     La palpitación de la vida siempre me ha provocado una extraña pasión destructiva, y ya son dos veces las que he sorprendido en mí ideas de muerte en el amor.
     ¿Habrá dos seres dentro de mí?
                                                  Jean Lorrain  El maleficio (ver entrada en blog)