Presidenta de mi corazón:
Esta carta obscena, destinada a reemplazar las porquerías dominicales, llega a Ud. con bastante retraso, retraso debido más que al autor a su obscenidad.
La pudibundez reina en estos lugares solemnes y antiguos, y me llena de pesar no poder enviarle más que porquerías merdosas y poco espermáticas.
Le relataré por orden de ruta nuestras aventuras.
En Ginebra, el gobierno recomienda en las puertas de la ciudad mirar hacia atrás, lo que es mucho para una ciudad protestante en la que, para humillar a los católicos y demostrarles que no son más que unos paganos sensuales, las mujeres se cepillan el culo y las tetas con la garlopa de la modestia, según el método americano.
Hicimos lo posible para ver esas doce nalgas prescritas por la autoridad, y sólo pudimos ver cuatro de ellas, sobre la cuerda circense y separadas por un perineo bajo las faldas de las dos muchachitas saltimbanquis alemanas, cuyos culitos no deberían resultar nada desagradables de palpar. Pero, al no hablar alemán, nos fue del todo imposible que pudiéramos hacer un ejercicio de lenguas con esos traseros.
¡Oh, hermosos culos celestes aquéllos! Con cuánta magnificencia se nos aparecieron entre esas cuatro velas. Por ellos hubiese yo utilizado uno de los catorce preservativos, que con tanta inquietud Louis guarda y cambia de sitio constantemente........
Teophile Gautier Carta a la presidenta