Es curioso, pero las ideas de un generación se convierten en los instintos de la siguiente. Todos nosotros somos, en gran parte, las ideas materializadas de nuestras abuelas y, sin saberlo, nos comportamos de tal forma. Es extraño que el injerto obre tan velozmente, pero así es. Si las ideas cambian con rapidez, habrá una transformación correlativamente rápida en la humanidad. Nos convertimos en lo que pensamos. Peor aún, nos hemos convertido en lo que pensaban nuestras abuelas. Y los hijos de nuestros hijos se convertirán en las cosas lamentables que nosotros estamos pensando. Lo cual es la caída psicológica de los pecados de los padres sobre los hijos. Porque nosotros no nos convertimos simplemente en los pensamientos elevados o hermosos de nuestras abuelas. ¡Ay, no! Somos la encarnación de las ideas más potentes de nuestros progenitores, y esas ideas son en su mayoría privadas, ideas que no deben ser reconocidas en público, sino transmitidas como instintos y como dinámica de la conducta hasta la tercera y la cuarta generación. ¡Ay, de las cosas sobre las cuales cavilaron en secreto nuestras abuelas y que desearon en privado! Esas cosas somos nosotros.......
D.H. Lawrence Haciendo el amor con música