Noviembre de 1823
Ayer me dijo mi padre: "Ya eres lo suficientemente mayor como para tener una profesión en la vida. Ven conmigo, voy a presentarte a un maestro que te tratará bien, con él aprenderás un oficio que ha de gustarte, a ti que tanto te gusta garabatear en las paredes, que tan bien sabes pintar los álamos, los húsares y los papagayos. Con él aprenderás una buena profesión." Yo no sabía muy bien lo que quería decir con todo aquello, pero seguí a mi padre.
Me había vendido por dos años.
Enero de 1824
Por fin me he enterado de lo que es una profesión, un maestro y un aprendiz. No sé si lo comprendo muy bien, pero estoy triste y pienso en la vida, ¡es tan corta! En este mundo pasajero, ¿cuál es el sentido de tantas preocupaciones, de tantos trabajos penosos?, ¿a santo de qué? Ahora no puedo menos que reírme cuando veo que alguien busca una colocación, ¡buscar una colocación!....
¿Qué necesita un hombre para vivir? Una piel de oso y algunos alimentos.
Padre, si yo he soñado alguna vida, no es esa. Si yo he soñado alguna vida es la de camellero del desierto, la del mulero andaluz o la del taitiano.
Petrus Borel