Novelista francés nacido en 1940. Autor de Tumba para quinientos mil soldados (1967) y Edén, edén, edén (1970), libros de gran escándalo que tuvieron problemas con la censura de su país, llegando a prohibirse su publicación durante diez años.
En su obra, la sexualidad exacerbada y la escritura reiterativa se mezclan en un estallido de rebeldía que pone en duda el funcionamiento de un sistema presidido por la represión.
Desintegración total del lenguaje en un caos erótico.
No es prosa ni es poesía, es un libre delirio literario de irreconocible estructura.
Su lectura va más allá del agrado o del desagrado, es una experiencia en la que todos los pecados del infierno se retuercen en la cabeza de un alfiler.
Guyotat es el autor vivo más atroz y más original, más abrupto y más chocante y con una capacidad de alucinar a la que llegan muy pocos escritores.
Algún crítico sostiene que Guyotat es el único, que con un beso en la boca, ha hecho renacer al Divino Marqués de Sade.
Sus textos, de un exacerbado erotismo, desprenden una poesía sin complacencia, pura y desnuda, implícita y explícita, en la que los seres y las cosas son lanzados a un combate cuerpo a cuerpo, a un mundo sin moral ni jerarquía en el que el deseo es rey y nada puede ser declarado hermoso o repugnante.
En la obra de Guyotat no puede haber crítica, no se puede hablar ni de autor ni de temática, ni de estilo; tan solo hay que "entrar" en su lenguaje, participar de sus fantasmas, ser su cómplice y escribir y firmar al mismo tiempo que él.
edén, edén, edén La novela se desarrolla durante la guerra civil de Argelia. (fragmento)
Los soldados con los cascos puestos, las piernas abiertas, los músculos tensos, magullaban a los recién nacidos envueltos en los chales escarlatas, violeta: los bebés ruedan fuera de los brazos de las mujeres acurrucadas sobre las láminas ametralladas de los G.M.C.; el chofer rechaza con su puño libre una cabra que se estrella contra la cabina; en el paso Ferkous, una sección del RIMA atraviesa la pista; los soldados saltan fuera de los camiones, desnudan sus torsos sombreados por el guardafango; las mujeres mecen a los bebés apretados contra sus senos, el balanceo del arrullo remueve, reforzados por el sudor del incendio, los perfumes impregnados en sus harapos, en sus pelos, en sus carnes; aceite, clavo, jena, mantequilla, índigo, azufre de antimonio, cebada, trigo, colmenares, tumbas, cantina, escuela, inmundicias, muros tapizados de escurrimientos de sesos, flores, polen, papeles, telas manchadas de leche, de mierda, de sangre......(y así, sin tregua, durante más de doscientas páginas).