A los nobles caballeros los tilda de sodomitas y cornudos y a las altas damas, de putas o adúlteras.
Fueron prohibidas por la Inquisición aunque, circulando de mano en mano y en copias manuscritas, alcanzaron un éxito considerable.
Se atribuyeron a Hernando del Pulgar, Alonso de Palencia y a Antón de Montoro, aunque siga siendo una incógnita la verdadera identidad del autor.