Había en Nuremberg un famoso autómata llamado "la Virgen de hierro".
La condesa Báthory adquirió una replica para la sala de torturas de su
castillo de Csejthe. Esta dama metálica era del tamaño y del color de la
criatura humana. Desnuda, maquillada, enjoyada, con rubios cabellos que
llegaban al suelo, un mecanismo permitía que sus labios se abrieran en
una sonrisa, que los ojos se movieran.
Para que la "Virgen" entre en acción es preciso tocar algunas piedras
preciosas de su collar. Responde inmediatamente con horribles sonidos
mecánicos y muy lentamente alza los blancos brazos para que se cierren
en un perfecto abrazo sobre lo que está cerca de ella -en este caso una
muchacha-. La autómata la abraza y ya nadie podrá desanudar el cuerpo
vivo del cuerpo de hierro, ambos iguales en belleza. De pronto, los
senos maquillados de la dama de hierro se abren y aparecen cinco puñales
que atraviesan a su viviente compañera de largos cabellos sueltos como
los suyos.
Ya consumado el sacrificio, se toca otra piedra del collar; los
brazos caen, la sonrisa se cierra así como los ojos, y la asesina vuelve
a ser la "Virgen" inmóvil en su féretro.
Alejandra Pizarnik (1936-1972)