De ocho patas dicen que está provisto el caballo del dios Odín, Sleipnir, cuyo pelaje es gris y que anda por la tierra, por el aire y por los infiernos; seis patas atribuye a los primitivos Antílopes un mito siberiano. Con semejante dotación era difícil, o imposible, alcanzarlos; el cazador divino Tunk-poj fabricó unos patines especiales con la madera de un árbol sagrado que crujía incesantemente y que los ladridos de un perro le revelaron. También crujían los patines y corrían con la velocidad de una flecha; para sujetar, o moderar, su carrera, hubo que ponerles unas cuñas fabricadas con la leña de otro árbol mágico. Por todo el firmamento persiguió Tunk-poj al Antílope. Este, rendido, se dejó caer a la tierra y Tunk-poj le cortó las patas traseras.
"Los hombres -dijo- son cada día más pequeños y débiles. Cómo van a poder cazar Antílopes de Seis Patas, si yo mismo apenas lo logro."
Desde aquel día los Antílopes son cuadrúpedos.
J.L. Borges El libro de los Seres Imaginarios (1957)