De entre sus novelas "licenciosas" destaca El sultán Misapouf y la princesa Grisemina, obra maestra de la fantasía juguetona y traviesa, publicada en 1746 y donde se narra las asombrosas aventuras que precedieron a la boda del sultán Misapouf con Grisemina, víctimas ambos de los sucesivos encantamientos que les llevaron a ser protagonistas de las más inverosímiles y equívocas situaciones.
Suya es también Ejercicios de devoción del señor Henry Roch con la señora duquesa de Condor, obra tan sacrílega y desvergonzada que mereció un puesto de honor en el Infierno de la Biblioteca Nacional de París.