Y salió un humo azul diciendo adiós a los libros y a mi mano que escribe: "Rumpete libros, ne rumpant anima vestra*" : que ardan, pues, los libros en los jardines y en los albañales y que se quemen mis versos sin salir de mis labios.
El único emperador es el emperador del helado, con su sonrisa tosca, que imita a la naturaleza y su olor a queso podrido y vinagre. Sus labios no hablan y ante esa mudez de asombro, caigo estático de rodillas, ante el cadáver de la poesía.
* "Rompe los libros, pero no rompas tu alma"
Leopoldo María Panero (1948-2014)