Todos estos amargos condicionamientos determinaron su áspera y radical visión de la sociedad y sus premisas, a la que un erotismo casi visceral presta aliento y acaba por fundamentar toda su obra. Publica Nôtre Dame-Des-Fleurs (1944), Miracle de la rose (1946), Pompes fùnebres (1947), Le journal du voleur (1949) y Querelle de Brest (1953), obras en las que recuerda las peripecias vividas en su juventud y que integra al contexto de su experiencia carcelaria. Su contribución al teatro se prolonga en las que serían sus obras de escándalo y progresiva agudización de los conflictos de clases y la relación sexual permanente: Haute Surveillance (1949), Le Balcon (1956), Les Nègres (1957) y Les Paravents (1957).
Genet concibe al hombre como un animal esencialmente mísero y sujeto a sus pasiones irreconciliables, inmerso en una sociedad que rechaza por su eficaz y malhadada degradación del individuo. En su obra se reseña la ambigüedad de todo y la pulsión de la muerte como única y dramática salida.
Un Chant d´Amour (1949)