martes, 11 de noviembre de 2014
El virus
Santa Madre de Dios, cúrame a este niño. Anda siempre por el aire, nunca quiere tocar tierra. Flota en la casa como un globo, lo que es molesto para las visitas porque en cualquier momento puede orinarles el sombrero o mancharles la ropa con algo peor. Hace milagros idiotas: multiplica las arañas y las ratas. Además huele a rayos porque es imposible bañarlo: no quiere entrar en el agua e insiste en quedarse de pie sobre su superficie. Ayer volvió a la vida a un pollo asado. Sin plumas ni cabeza, ahora anda por ahí tropezando entre los muebles, perseguido por los gatos. ¡Hazlo normal, Virgen adorada, para que ya no le devuelva la vista a tanto hombre lúbrico! Esos que fueron ciegos pegan sus ojos saltones a los vidrios de mi ventana, dándose placeres manuales cuando en la noche me quito las enaguas. También, al quejarnos de la sequía, nos hizo llover sobre las salinas. Y lo que es peor, Madre Inmaculada, durante la comunión convirtió las ostias en chorizo para que alimentaran a los patipelados. ¡Por favor cúralo, Virgencita buena, límpiamelo del virus de la santidad!.
Alejandro Jodorowsky