Mueble destinado al descanso, al sueño y al amor. El hombre medio pasa 125 días por año, es decir, cerca de la tercera parte de su vida, estirado en el lecho. Luis XIV poseía 413 lechos que estrenaba uno tras otro, igual como uno se cambia de zapatos. En 1789, el doctor James Graham construyó en Londres su famoso Lecho-Celeste, un monumento "médico-magnético-musical-luminoso". Lo había ideado, no sólo para asegurar la derrota de la esterilidad, sino también para exaltar y revigorizar las facultades corporales y mentales. El aparato podía ser alquilado por una noche a razón de 50 guineas por pareja.
Con una longitud de cuatro metros y una anchura de tres, se apoyaba en 40 pies de cristal tallado y estaba coronado por una cúpula de espejos que reflejaban los encantos y las variadas posturas de la feliz pareja. La cúpula sostenía unas estatuas de Psiqué, Cupido e Himeneo con antorchas en una mano y aguantando en la otra una corona ornada de un lecho de rosas y de dos palomas blancas vivas. Unos tubos de órgano producían una "melodía celeste" dirigida por los movimientos eléctricos del lecho, los colchones estaban rellenos de rosa, de lavanda, de especias orientales y de crin procedente de colas de garañones pura-sangre.
Robert Benayoun