Los dos animales más opuestos y que más rivalizan entre sí son el dragón y el elefante, que se odian extraordinariamente uno a otro, más que ninguna otra bestia en el mundo, y mantienen guerra perpetua.
El dragón desea la muerte del elefante, porque la sangre de éste, que es fría, apaga el enorme calor y ardor del veneno del dragón, cuando la bebe. Así, el dragón se coloca al acecho en los caminos por donde sabe que pasan los elefantes, y enrosca su cola al muslo del elefante, y lo oprime con tal fuerza, que lo hace caer a tierra, matándolo a continuación.
Estos grandes dragones nacen en las Indias y en Etiopía entre los grandes ardores del sol. Cuando el dragón ataca al elefante, éste lo pisa, aplastándolo con su gran peso.
Igualmente, cuando el elefante ve al dragón encaramado a un árbol y acechando su paso, se va derecho al árbol para matar al dragón; y el dragón salta sobre la espalda del elefante, le muerde entre las ancas y le saca a veces los ojos; luego, se vuelve a la herida que le ha causado y le chupa la sangre, hasta que el elefante se debilita tanto, que se deja caer. Y si el dragón no es ágil, cuando cae el elefante, si no se aparta rápidamente, el elefante cae sobre él y lo aplasta con su peso. Así, al morir, mata a su asesino. . .
Bestiario Medieval