Poema de un gusto que no es el mío
La cabeza no era más que una bola vieja y pequeña en el gran lecho blanco. El almohadón de seda ornado, con una pasamanería correctamente asentada sobre la costura, daba cara a la lámpara. La madre estaba en el hueco de éste valle blanco, con la dentadura quitada; y el hijo cerca de la mesa de noche con sus diez y siete años y el vello que los granos impedían afeitarse, se asombraba de que en ese antiguo y gran lecho, de esa pequeña bola sin dientes, hubiera podido salir una maravillosa personalidad conquistadora y tan evidentemente genial como la suya. De todos modos, la bola pequeña y arrugada no quería que abandonase la lámpara cerca del valle blanco. Hubiera sido preferible que no se alejase, porque esta lámpara le ha impedido verdaderamente vivir en otra parte cuando no vivía cerca de ella.
Max Jacob El cubilete de dados (1906)