sábado, 16 de mayo de 2015

El poderoso rey que condenó a muerte a un rio

Alrededor del año 540 a.C, el rey persa Ciro II el Grande, estaba barriendo con sus ejércitos el Este de Europa y muchos territorios del cercano Oriente. Ahora avanzaba hacia la ciudad de Babilonia. Un día, él y su ejército llegaron a las orillas del río Gyndes.
Antes de que se terminaran los preparativos para cruzarlo, uno de sus caballos blancos sagrados se lanzó al agua y trató de cruzar a nado, pero sumergido entre los remolinos, murió ahogado. El gran rey Ciro no estaba acostumbrado recibir el desafío de nadie -ni siquiera de un río- y enfurecido por la muerte del caballo, lo condenó con dejarle tan pobre y desvalido que hasta las mujeres pudiesen atravesarlo sin que les llegase el agua a las rodillas.
Ciró aplazó su campaña contra Babilonia y ordenó ejecutar la sentencia.
Para ello dividió a su ejército en dos partes, cada una en una orilla del Gyndes, marcando con cuerdas 180 acequias a cada lado del río..... y les ordenó que comenzasen a cavar.....
Cerca de tres meses duró la empresa, hasta que al final las acequias se convirtieron en 360 canales que desangraron el río. Al final de la colosal obra, Ciro marchó en señal de triunfo con sus hombres sobre el Gyndes, que quedó reducido a una red de arroyos insignificantes.
Por suerte, la Naturaleza quiso que muchos años después el río volviese de nuevo a su cauce, revocando la sentencia de muerte de aquel poderoso rey.
                                                                         Historias de la Historia