miércoles, 24 de septiembre de 2014

JEAN GENET (1910-1986)

   Nacido en París en 1910, llega a la literatura tras unos años de vida azarosa y marginada. Sin haber conocido a su padre y abandonado por su madre, su infancia y su juventud transcurren entre orfanatos y correccionales y en un mundo de mendicidad y de vicio. A partir de 1940 se manifiesta como autor de una obra cínica y a la vez expresión de un misticismo del mal, que no ahorra los aspectos obscenos, provocadores o filosóficos.
Todos estos amargos condicionamientos determinaron su áspera y radical visión de la sociedad y sus premisas, a la que un erotismo casi visceral presta aliento y acaba por fundamentar toda su obra. Publica Nôtre Dame-Des-Fleurs (1944), Miracle de la rose (1946), Pompes fùnebres (1947), Le journal du voleur (1949) y Querelle de Brest (1953), obras en las que recuerda las peripecias vividas en su juventud y que integra al contexto de su experiencia carcelaria. Su contribución al teatro se prolonga en las que serían sus obras de escándalo y progresiva agudización de los conflictos de clases y la relación sexual permanente: Haute Surveillance (1949), Le Balcon (1956), Les Nègres (1957) y Les Paravents (1957). 
Genet concibe al hombre como un animal esencialmente mísero y sujeto a sus pasiones irreconciliables, inmerso en una sociedad que rechaza por su eficaz y malhadada degradación del individuo. En su obra se reseña la ambigüedad de todo y la pulsión de la muerte como única y dramática salida.

                                                          Un Chant d´Amour (1949)
 

martes, 23 de septiembre de 2014

PAUL ELUARD (1895-1952)

   Seudónimo del poeta francés Eugène Grindel, uno de los fundadores más destacados del surrealismo -junto a André Bretón- Enfermó muy joven de tuberculosis y fue internado en un hospital en Suiza. El ejército lo llamó a filas en 1914, pero fue licenciado a causa de la gangrena pulmonar que padecía. En 1924 -y ya con algunas obras publicadas- decide abandonar Francia y emprende una vuelta al mundo para, tras su regreso a París, dar comienzo a una de sus más decisivas etapas poéticas.
Influido por la situación española de la guerra civil, incorpora a su poesía una muy clara postura política que le lleva a ingresar en el partido comunista en 1942.
Diversas obras suyas aparecidas en ese período -Poésie et vérité (1942), Dignes de vivre (1944), etc-, proporcionaron las letras a algunos himnos y canciones de la resistencia. 
Su poesía amorosa plantea el abandono de la posesión en un intento de renovar constantemente las contradicciones entre los sexos. En Corps mémorable (1948), escrito tras la muerte de su segunda mujer, y la Inmaculada Concepción (1930), presenta la certeza del total triunfo del amor. Esta convicción la mantendría en la La Rose publique (1934), Le temps débordé (1947), Phenix (1951), y en algunos pasajes de Château des pauvres (1953), aparecida al año de su fallecimiento, sin que sus penosas circunstancias personales interrumpieran su dolorosa felicidad.

domingo, 21 de septiembre de 2014

Por ejemplo



Manazas constructores de escoriales
de casernarios paredones donde
                                                        Hansel
y Grettel
morirían
            de amargura
Bestias pardas
incapaces de sedas:
                            no sabéis
diferenciar un clavicordio
de una locomotora disfrazada
A la fiesta galante del trabajo cantado
nadie os invitará: podéis quedaros
jugando en los cuarteles a ver quién es más
macho
y darle (es cosa vuestra) gusto al dedo
acariciando el clítoris
del máuser siempre presto a calentarse.
                      Anibal Núñez   Cartapacios (1972)

sábado, 20 de septiembre de 2014

Carta de Cordelia

          "Juan:

No te llamo mío. Veo que nunca fuiste mío, y por eso ya estoy muy duramente castigada por haberme agarrado a este pensamiento como a mi única alegría. Con todo, te llamo mío; mi seductor, mi engañador, mi enemigo, fuente de mi desventura, túmulo de mis alegrías, abismo de mi infelicidad.
Te llamo mío y me llamo tuya; y estas palabras que otrora acariciaban tus sentidos postrados delante de mí en adoración, suenan ahora como una maldición sobre ti, una maldición para toda la eternidad.
Pero no te debes alegrar por eso, no debes pensar que yo quiero, persiguiéndote inútilmente, o acaso armándome de un puñal, provocar tu sonrisa.
Huye adonde quieras; yo soy siempre tuya; márchate a los confines del mundo; yo soy tuya, tuya hasta la muerte.
Hiciste un gran mal seduciéndome a mí, pobre criatura, para quien tú lo eras todo, y yo no hubiera deseado otra alegría que no fuese vivir siendo tu esclava.
Sí, yo soy tuya, tuya, tuya, soy tu maldición.
                                                                                      Tu Cordelia"
Sören Kierkegaard  Diario del seductor

jueves, 18 de septiembre de 2014

ALEJANDRA PIZARNIK (1936-1972)

Poeta bonaerense, una de las poetas líricas más importantes de Argentina. Estudia y se gradúa en Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires. Se traslada a París para estudiar Literatura Francesa en la Sorbona. Colabora con sus poemas, sus críticas literarias y sus traducciones en periódicos y revistas.
La vida y la obra de esta autora puede definirse como una extraña tentación de traspasar los límites, aun a riesgo de asomarse a la locura y coquetear con ese otro lado en el que se instala lo fantástico.
El 25 de septiembre de 1972, mientras pasaba un fin de semana fuera de la clínica psiquiátrica donde estaba internada, Pizarnik murió -de forma voluntaria- de una sobredosis de seconal.

  DÉDALUS JOYCE

Hombre funesto de claves nocturnas y cuerpo desnudo junto al río pro- fundo de brillantes escupidas. Hombre de ojos anti-miopes exploradores de infinidad. Hombre de rostro en sombra y cuerpo genio abstracto. Hombre sin miedo de pluma en mano ni de ojos en ser ni sonrisa suprema. Hombre dios llegaste solo de infinitudes asombrofantasmales ornado de lágrimas de superioridad vergonzante. Hombre destructor de tabúes y cielos estrellados. Hombre de frágiles vestidos que caen dejando hermanos desnudos. Hombre sin alimento para otorgar a los que buscan. Hombre de altos mares de surcos desolados. Hombre-barco blanco. Hombre que arrancaste el vómito para sepultar el mito. Hombre de tiempo y espacio que arrancan cuerdas locuras. Hombre superhombre, frialdad y tibieza en conjunción. Hombre.





miércoles, 17 de septiembre de 2014

TONTO


TONTO - Persona que satura el dominio de la especulación intelectual y se difunde por los canales de la actividad moral. Es omnífico, omniforme, omniperceptivo, omnisciente, omnipotente. Fue él quien inventó las letras, la imprenta, el ferrocarril, el vapor, el telégrafo, la perogrullada y el círculo de las ciencias. Creó el patriotismo y enseñó la guerra a las naciones, fundó la teología, la filosofía, el derecho, la medicina y Chicago. Estableció el gobierno monárquico y el republicano. Viene de la eternidad pasada y se prolonga hasta la eternidad futura. Con todo lo que el alba de la creación contempló, tontea él ahora. En la mañana de los tiempos, cantaba en las colinas primitivas, y en el mediodía de la existencia, encabezó la procesión del ser. Su mano de abuela está cálidamente cobijada en el sol puesto de la civilización, y en la penumbra prepara el nocturno plato del Hombre, moralidad-con-leche, y abre la cama del sepulcro universal. Y después que todos nos hayamos retirado a la noche del eterno olvido, él se sentará y escribirá una historia de la civilización humana.
                                                                        
                                                                        Ambrose Bierce

Téophile de Viau (1580-1626)

Escritor y libertino francés famoso por su aventurera y escandalosa conducta y por su acentuado ateísmo, que habría de acarrearle no pocos sinsabores. En 1619 fue expulsado del país acusado de escribir versos, "indignos de un cristiano, por creencias y por suciedad".
Sus poesías libertinas -reunidas en el Gabinete de las musas, en las Delicias satíricas y en el Segundo libro de delicias- circulaban clandestinamente, pero su fama está ligada al monumental escándalo que suscitó la publicación en 1623 del Parnaso de los poetas satíricos; colección de versos picantes y atrevidos de diversos autores y de tono marcadamente irreverente y procaz. Al poco tiempo Viau fue condenado a la hoguera bajo la acusación de ser uno de los autores del libro Parnaso satírico, que contiene blasfemias, sacrilegios, impiedades y abominaciones. Viau se escondió, pero fue detenido y trasladado a París; encarcelado y procesado, se defendió ardorosamente hasta que, en 1625, se le revocó la condena a muerte y se le expulsó de Francia. Pese a la condena, Viau regresó a París, donde murió al año siguiente.

                        SONETO


Soñé anoche que Filis, de regreso,
bella como lo fue en la luz del día,
quiso que yo gozase su fantasma,
nuevo Ixión abrazado a una nube.

Se deslizó en mi lecho murmurando,
ya desnuda su sombra: Al fin he vuelto,
Damón, y más hermosa: el reino triste
Donde me guarda el hado, me embellece.

Vengo para gozarte, bello amante,
Vengo por remorir entre tus brazos.
Después, cuando mi llama se extinguía:

Adiós —dijo—, regreso entre los muertos.
De joder con mi cuerpo te jactabas,
Jáctate hoy de haber jodido mi alma.

martes, 16 de septiembre de 2014

ARTHUR RIMBAUD (1854-1891)

Rimbaud nació en 1854 y murió a los treinta y siete años, o sea en 1891 y nadie discute hoy que Arthur Rimbaud fue una de las figuras más importantes de la poesía moderna. Su composición más temprana data de 1864 y es una redacción escolar; el precoz escritor tenía, pues, diez años.
Las primeras poesías que la crítica califica como "serias", están fechadas en 1869, a los quince años. 
Algunas de sus poesías más famosas, le bateau îvre y Voyelles, por ejemplo, no son muy posteriores. Y sus dos obras más trascendentales, Les Illuminations y Une saison en enfer, son anteriores a 1873, porque en agosto de ese mismo año Rimbaud dejó de escribir.
¿Qué fue de Arthur Rimbaud cuando a los diecinueve años, una vez escrita toda su obra poética, se sumió en el silencio y desapareció? Le quedaban aún dieciocho años de vida, de los cuales once transcurrieron en Abisinia y en las costas del Mar Rojo.


                     SENSACIÓN

En las tardes azules del verano,
por los rastrojos picoteado,
iré por los senderos a pisar la menuda
hierba, y entre mis pies
sentiré, soñador, su frescura, dejando
que el viento bañe mi cabeza desnuda.
No diré nada, en nada pensaré:
el amor infinito me subirá hasta el alma
y me iré lejos, lejos, como un bohemio cualquiera
por la Naturaleza - tan contento
como con una hembra.
                                           Traducción: Anibal Núñez

sábado, 13 de septiembre de 2014

EL RIACHUELO DE DINERO

El doméstico de cierto caballero estaba un día en el jardín de su señor, cuando descubrió un riachuelo de dinero de dos o tres pies de ancho y de aproximadamente la misma profundidad. Inmediatamente cogió dos puñados; después se abalanzó sobre el riachuelo para así intentar asegurarse el resto. Sin embargo cuando se levantó vio que todo se había deslizado bajo él, no quedando más que lo que tenía en sus manos.
"¡Ah!", dice el doméstico, "el dinero es un medio idóneo para circular, y no está destinado a que un hombre repose sobre él y lo guarde todo para sí".
           P´Sung Ling  (China, 1640)

jueves, 11 de septiembre de 2014

EDGAR ALLAN POE ( 1809-1849 )

     Edgar Allan Poe, una de las más puras inteligencias de que el Arte pueda enorgullecerse nació en Boston el 19 de enero de 1809. Su padre, abogado que procedía de una arraigada familia distinguida, se casó con una actriz, abandonando la abogacía y haciéndose también actor; al cabo de poco tiempo morían los dos, víctimas de la tisis y de la miseria.
Recogido por un comerciante de tabaco, el pequeño Poe fue llevado a Inglaterra, donde a los seis años acudía a un pensionado de las afueras de Londres. Más tarde estudió en la Universidad de Charlottesville, de la que fue expulsado debido a los excesos que cometía y las deudas que contraía. Decepcionado por este hecho, en 1827 se alistó en el Ejército, del que fue expulsado cuatro años más tarde por indisciplina.
Sin recursos, pobre y atacado ya de la fiebre por lo misterioso, regresó a Nueva York, ciudad en la que comenzó su atormentada vida de escritor. En 1836 se casa con una prima suya. Para poder sacar la casa y la familia adelante, Edgar hubo de ejercer toda clase de empleos y trabajos relacionados con el mundo editorial y el periodismo. Su esposa muere en 1847, y a partir de este momento el alcohol le atrapa irremisiblemente. Sólo piensa en morir, y en varias ocasiones intenta suicidarse. El 3 de octubre de 1849 es recogido en una callejuela de Baltimore, delirante, herido de muerte. Cuatro días después, el 7, moría en el hospital de la ciudad.
Temperamentalmente sensible, jamás nada destruyó su inquebrantable voluntad inteligente; ni la pobreza ínfima que padeció desde su niñez hasta su muerte, ni la lucha vital que sostuvo por sobrevivir, ni la falta de un éxito definitivo que lo estimulara...Nada, jamás, nunca, provocó en Poe una sensación de abandono, vacío o desamparo, que le obligara a cambiar, o invertir, su comportamiento frente a una sociedad que, de habérselo propuesto, le hubiera mitificado y cubierto de gloria sólo con que él, el Genio, hubiera accedido a integrarse.
Su voluntad fue tenaz; su optimismo, firme; su individualismo, un ejemplo. Somos deudores suyos en la medida en que nos ha dejado obras cuya belleza con nada se paga en este mundo.
En este cortometraje, el escritor argentino Alberto Laiseca hace una narración del cuento de Edgar A. Poe titulado " El corazón delator "

martes, 9 de septiembre de 2014

Jonathan Solo

     Jonathan había venido a Amsterdam porque le quedaba cerca. Algunos días antes se había pinchado con una aguja humilde su gran barriga de mal viento.
Había dejado a todas sus mujeres que nunca lo habían amado demasiado a la que tenía los senos de mescalina a la que le daba de comer manteca caliente las tardes de verano a la de la túnica celeste que lo llevaba al mar.
Y Jonathan había dejado también su armónica que tocaba todos los días en los mercados y los bares y las plazas pero que nunca había escuchado demasiada gente.
Y Jonathan había dejado también un largo y viejo poema que nunca había terminado y que lo hacía soñar con momias por la noche y lavarse la cabeza con vino y hablar con la máquina de escribir. Y por fin Jonathan estaba solo con Jonathan en Amsterdam.
Se compraba manzanas en Nieuwjendik vagaba por el barrio de las luces rojas se sentaba en un banco de Vondel Park al sol.
Y Jonathan estaba solo con Jonathan en Amsterdam solo con sus bigotes marrones tan dulces y largos y tristes que no dejaban de caer nunca y rozaban el suelo y eran lo único que Jonathan no había dejado.
                                Raúl Núñez  ( Buenos Aires, 1946 )

lunes, 8 de septiembre de 2014

Conocer el cuerpo de una mujer...

     Conocer el cuerpo de una mujer es una tarea tan lenta y tan encomiable como aprender una lengua muerta. Cada noche se añade una nueva comarca a nuestro placer y un nuevo signo a nuestro ya cuantioso vocabulario. Pero siempre quedarán misterios por desvelar. El cuerpo de una mujer, todo cuerpo humano, es por definición infinito. 
Uno empieza por tener acceso a la mano, ese apéndice utilitario, instrumental del cuerpo, siempre descubierto, siempre dispuesto a entregarse a no importa quién, que trafica con toda suerte de objetos y ha adquirido, a fuerza de sociabilidad, un carácter casi impersonal y anodino. Pero es lo primero que se conoce: cada dedo se va individualizando, adquiere un nombre de familia, y luego cada uña, cada vena, cada arruga, cada imperceptible lunar. Además no es sólo la mano la que conoce la mano: también los labios conocen la mano y entonces se añade un sabor, un olor, una consistencia, una temperatura, un grado de suavidad o de aspereza, una comestibilidad. Hay manos que se devoran como el ala de un pájaro; otras se atracan en la garganta como un eterno cadalso. ¿ Y qué decir del brazo, del hombro, del seno, del muslo,...? Apollinaire habla de las Siete Puertas del cuerpo de una mujer. Apreciación arbitraria. El cuerpo de una mujer no tiene puertas, como el mar.
                                                                       Julio Ramón Ribeyro ( Lima, 1929 )

domingo, 7 de septiembre de 2014

LA ROSA


Querido George R. Preedy: Acabo de leer tu cuento "Cosecha de manzanas silvestres". Perdóname, pero yo lo hubiera contado así.
De una aldea devastada por la guerra sale una vieja empujando una carretilla sobre la que hay un rústico ataúd.
La rodean soldados, borrachos de vino y de victoria. ¡Si esa mujer fuera un poquito más joven! Carne fresca, hace tiempo que no ven.
   -¡Eh, abuela, toda tu aldea ha quedado cubierta de cadáveres! ¿Qué de especial tiene éste que llevas para que así te mates empujándolo cuesta arriba?
   La vieja explica que va a enterrar a su marido en el cementerio del convento, en lo alto de la colina. Los soldados se burlan:
   -¡Ah! ¿con que estás fuerte todavía?
   Un apuesto capitán, para poner término a las burlas de los soldados, que son capaces de cualquier barbaridad, finge también burlarse, encaja una rosa entre los harapos de la vieja y le dice:
   -¡Vamos, sigue tu camino, bella mía!
   Carcajadas por lo de "bella mía". La vieja sigue, cada vez más extenuada, más dolorida, más enferma. Ahora el cementerio del convento está a la vista. La vieja no tiene más fuerzas que para abrir el ataúd -del que sale una hermosa doncella- y exclama:
   -¡Judith, querida, estás a salvo! Los soldados ni sospechan que existes. Corre al convento y refúgiate allí.
Yo no doy más.
   Y cae muerta.
   Judith mira el convento -lo único sombrío en esa espléndida tarde- , se inclina sobre el repulsivo cadáver de la abuela, le arranca la rosa, se la pone entre los pechos y baja hacia la aldea pensando en el apuesto capitán a quien ha entrevisto por una rendija del ataúd.

                                                 Enrique Anderson Imbert

JACK LONDON ( 1876-1916 )

Jack London nació en 1876 en San Francisco. Su verdadero nombre era John Griffith. Se ha dicho que fue hijo ilegítimo de un astrólogo ambulante, rasgo profético de su destino vagabundo. Fue buscador de oro en Alaska. De muchacho fue soldado y luego pescador de perlas. Atravesó el Pacífico en una nave que lo llevó al Japón donde fue cazador de focas.
A su vuelta cursó un semestre en la universidad de su ciudad natal. Como periodista fue enviado como corresponsal a la guerra ruso-japonesa. 
Sus libros, de muy diversa índole, fueron traducidos a todas las lenguas, le depararon una gran fortuna que compensó los días menesterosos de la niñez.
En Jack London se encontraron y se hermanaron dos idelogías adversas: la doctrina darwiniana de la supervivencia del más apto en la lucha por la vida y el infinito amor por la humanidad.
Jack London murió a los cuarenta años y agotó hasta las heces la vida del cuerpo y la del espíritu. Ninguna le satisfizo del todo y buscó en la muerte el tétrico esplendor de la nada.
   Obras más significativas:
* Martin Eden
* La llamada de la selva
* Colmillo blanco
* Relatos de los mares del sur
* El talón de hierro
* El lobo de mar
* El vagabundo de las estrellas.....

sábado, 6 de septiembre de 2014

Hoy quiero escribir un libro

     En una habitación situada en el cuarto piso de un edificio más solemne que noble, dentro de un apartamento de tres habitaciones más servicios, hay un señor de sienes canosas que, hoy domingo, ha decidido comenzar a escribir un libro. Nunca ha escrito libros, y a fin de cuentas tampoco ha leído muchos, y en general se trataba de libros tontos, o de escaso peso intelectual. A decir verdad, no hay ningún motivo, moral o práctico, por el cual deba escribir un libro; pero durante la noche del sábado al domingo le ha salido en el alma un extraño forúnculo, que incluye la idea de que escribir un libro es una actividad noble y ennoblecedora. Se da cuenta de que en toda su vida nunca ha hecho nada noble, cosa que es absolutamente exacta, pero menos excepcional de lo que cree; ni siquiera ha cumplido los modestos deberes sociales, que más o menos todos cumplen, como casarse, mantener a una esposa y una amante, tener un par de hijos y mandarles a la escuela decentemente vestidos. Ha tenido relaciones frías y abstractas, ya que no le gusta gastar dinero en nada, y sin embargo no es avaro. En realidad, no conoce nada que justifique una utilización ligera y disipada del dinero. No es religioso, y tampoco irreligioso, ya que ambas actitudes exigen una agresividad que él no posee. No lee filosofía, que por otra parte no entendería. Tiene un trabajo burocrático, que no le impone decisiones graves, y tampoco le ofrece perspectivas excitantes, que por otra parte no desearía, ya que para él una vida tediosa es mucho más razonable que una vida excitante. Sin embargo, este domingo ha decidido escribir un libro. Quiere ennoblecer su vida pero de una manera clandestina; el libro será publicado póstumamente. O tal vez no será publicado, sino únicamente descubierto al cabo de dos siglos, y él gozará de todas las ventajas de la gloria, sin ninguna de las inútiles dispersiones de energía que la gloria suscita. Existe una cierta dificultad; no sabe qué es un libro; no sabe qué longitud debe tener para ser un libro; no sabe, sobre todo, si debe hablar de algo o de nada.
No tiene recuerdos que contar, y tampoco los contaría; ¿escribirá una novela, una divagación, una meditación? Está perplejo. Siente un vago malestar. No, no hablará de amor. Ha intentado abrir el diccionario, pero siempre ha encontrado palabras como "perro" o "tren"; piensa que alguien lo está insultando, e invitándole a huir, y mira alrededor, despacito, haciendo rechinar los dientes.
                                                  Giorgio Manganelli

viernes, 5 de septiembre de 2014

ESPAÑA

España me parece un país admirable; mejor dicho, un conjunto de países admirables, sobre todo si pienso en Galicia, si pienso en Castilla -ahí mi entusiasmo se enfría un poco-, si pienso en Andalucía. Creo que el español común -lo que se llama en inglés the man in the street- es uno de los mejores hombres del mundo, sobre todo desde el punto de vista ético. Yo no he conocido un español cobarde; casi podría decir que no he conocido un español deshonesto. En cambio, los literatos españoles -con alguna excepción- no suscitan mi admiración. Si yo tuviera, por ejemplo, que comparar a los españoles con otros pueblos, yo diría que los españoles son, en general, éticamente superiores a los otros. Por ejemplo, yo no he conocido ningún italiano estúpido, no he conocido ningún judío estúpido; y, en cambio, he conocido a pocos españoles cuya inteligencia me haya impresionado especialmente. Es decir, yo hablaría de una superioridad ética de los españoles.
                                                                   Jorge Luis Borges

martes, 2 de septiembre de 2014

LA EFERVESCENCIA


     Capítulo primero
Desde los primeros tiempos de su amistad con Tomás, Franz lo había encontrado excesivamente prudente.
-Pero, ¿cómo es posible que no quieras beber nada? La luz del atardecer acaba mucho mejor cuando, a la vez, estás acabando un vaso de whisky.
-¿Cómo voy a ingerir ese tóxico, si nunca he probado el vino?
-¿Ni siquiera la cerveza?
-¡Menos que menos! -respondía enfáticamente Tomás-. La efervescencia es lo peor.
Y se servía un vaso de agua mineral.
-¡Pero el agua mineral es efervescente! -gritaba Franz.
-Es que hoy no conseguí sin efervescencia -explicaba Tomás.
Y revolvía pacientemente el agua mineral con el mango de una cuchara de madera, hasta que los globitos así compulsados reventaban uno a uno en la superficie del líquido, dejando en las manos de Tomás un vaso de agua realmente irreprochable.
     Capítulo segundo
Un día de verano, en los últimos tiempos de su amistad, Tomás fue a visitar a Franz. Lo encontró bebiendo una cerveza.
-He venido a explicarte mi último descubrimiento -dijo excitado-, ¡La efervescencia no es lo peor!
-¿Ah, no? -respondía Franz con cierta sorna, mientras sumergía su boca en la deliciosa efervescencia de la cerveza.
-No. Lo peor de todo es el oxígeno. Y esta pastillita -la alzaba como a un recién nacido- absorbe en pocos segundos todo el oxígeno del agua.
-¡Estás borracho!
-Eres tú el que está borracho: estabas bebiendo cuando llegué -respondió Tomás con calma-. Por favor -agregó-, apártate un poco más, ya sabes que no aguanto el olor a alcohol.
Franz se apartó un poco más.
Con aire de alquimista, Tomás extrajo de su portafolio una botellita de agua mineral sin efervescencia. La destapó con habilidad, y dejó caer en ella la milagrosa pastilla que habría de absorber todo el oxígeno, dejando convertida el agua, según infirió Franz, en impoluto hidrógeno.
Fue así como Tomás redescubrió por su cuenta la bomba de hidrógeno. Y como se produjo la explosión donde, por cierto, perdió la vida.
     Epílogo
Franz, que se salvó gracias a su olor a alcohol, sigue opinando que no hay nada más peligroso que la prudencia excesiva.
                                            César Fernández Moreno