sábado, 31 de mayo de 2014

CON LA LUZ DEL VERANO

     Se murió la vieja. Se murió esta mañana. Murió al amanecer que es hora de la muerte. Se murió la vieja. Se murió de vieja. Se murió de morir. Murió de caerse al suelo (a esa edad, la caída, nos dijeron). Murió de no hallar luz al mirar de repente ante sus ojos. Murió con traje de fotografía antigua. Eran dos y ahora es una. Quedó sola su hermana, la que aún era más vieja, la que ahora es más vieja que fueron las dos juntas, siempre vestidas de remotas niñas.
Se murió la vieja. Su hermana, la más vieja, no la puede llorar, le duele un ojo. Un ojo ya muy viejo y operado de poco. No la puedo llorar, dice llorando con el otro ojo. Se murió la vieja. Me lo dijo con pena una vecina. Bajamos la escalera de puntillas. Se murió este verano. No la puedo llorar, dice su hermana, doliéndole en el ojo el llanto retraído. Quién lo iba a decir con la luz del verano. No la puedo llorar. El verano está lleno casi siempre de indefinibles muertes y aposentos vacíos.
                                                                                  José Ángel Valente  El fin de la edad de plata

domingo, 25 de mayo de 2014

LOS LIBROS TIENEN SU PROPIA SUERTE

Los libros tienen sus propios hados. Los libros tienen su propio destino. Una vez escrito -y mejor si publicado, pero aun esto no es imprescindible- nadie sabe qué va a ocurrir con tu libro. Puedes alegrarte, puedes quejarte o puedes resignarte. Lo mismo da: el libro correrá su propia suerte y va a prosperar o a ser olvidado, o ambas cosas, cada una a su tiempo.
No importa lo que hagas por él o con él. Puede quedarse escondido y escrito en cifra en un desván y ser descubierto ciento treinta y dos años más tarde; estar en todas las vitrinas y en manos y en boca de todos y pasar al olvido inmediatamente después de tu muerte, cuando para la gente seas apenas un nombre o un fantasma, o ni tan sólo un fantasma; cuando hayas desaparecido y ya ninguno te tema o espere favores de ti; o ya no seas simpático y tu famoso ingenio no haga reír más a nadie, porque nadie estará ahí para reírse, ni contigo y ni siquiera de ti.
O al contrario, donde los dulces novios pasaban de largo agarrados de la mano sin dignarse echar una mirada a tu querido libro, del que sólo tú sabes el trabajo que te costó, el amor que le pusiste y las dudas que te inspiró sumiéndote en la desesperanza, la sensación de impotencia y el rencor; donde la buena gente distraída te ignoraba, ahora lo toma en sus manos incrédula ante tanta maravilla que antes ni sospechaba, lo paga y se lo lleva a su casa, habla de él con sus amigos, lo presta o no lo presta, según, subraya párrafos, y en la noche, no importa la hora, despierta a su esposa o esposo y le dice oye esto.
Ahora tu libro va debajo de los más extraños brazos y se halla en todas las mentes.
Calma; no sufras: mañana lo va a estar también y pasado mañana, y todos los días y los siglos venideros. Resulta que los aplausos que recibió eran en realidad merecidos, y los premios que le dieron también y, como hoy, las cosas seguirán igual y hasta mejor: los niños de las escuelas irán el día de tu aniversario a la calle que lleva tu nombre, y el ministro dirá su discurso, mil quinientos años lejos, y podrás ver desde el lugar en que estés a aquellos seres extraños diciendo palabras en un idioma que ya no comprendes, y en un momento dado el ministro levantará la vista y el brazo y agitará su papel en la mano como saludándote y como diciéndote no te preocupes por tu mensaje, estamos contigo y te queremos mucho; mientras, los niños mirarán asimismo hacia lo alto y se llevarán la mano a los ojos cubriéndolos no sabrás si del sol o de tu propio resplandor.
                                                                                   Augusto Monterroso   La palabra mágica

CASA LIS ( Salamanca)

Singular edificio asomado a las orillas del río Tormes, en la ciudad de Salamanca.
El arquitecto Joaquín de Vargas Aguirre a instancia del industrial Miguel de Lis fue el encargado de la construcción de tan notable palacete, destinado a ser la residencia de la familia de Lis.
Miguel de Lis viajó a varias ciudades europeas y pudo ver las grandes casas de la burguesia de París, Viena o Milan, así como el empleo de los nuevos materiales de construcción : hierro forjado y cristal.
Se comenzó  a construir a finales del siglo XIX y se terminó hacia el año 1905. De estilo modernista, el conjunto está formado por dos cuerpos, patio interior y verjas. La fachada norte, cuya decoración tiene gran influencia del Art Nouveau, sobre todo en la verja que da acceso al edificio a través de un pequeño patio y a una magnífica puerta de madera adornada con motivos florales y acuáticos. La fachada sur y con vistas al rio Tormes es una mezcla de clasicismo y modernidad que supuso una cierta osadia arquitectónica para la época. Consta de una galería de grandes dimensiones construida en hierro forjado y que dá soporte a las cristaleras. Destaca, además de sus dos fachadas, el patio central y pensado como patio abierto en torno al cual se reparten las dependencias de la casa, de clara influencia andaluza y también en hierro y cristal.
Tras finalizar la reforma del palacete en 1992 se procede al cerramiento del patio interior con una colorista vidriera a modo de lucernario y que causa la admiración de todos sus visitantes.

Actualmente, tras la expropiación forzosa del edificio, la Casa Lis es sede del muso Art Nouveau y Art Decó, siendo el museo más visitado de Castilla-León.

viernes, 23 de mayo de 2014

SE DESANGRABA EL UNIVERSO


                                 Tu ausencia es una cosa que pesa como plomo
                                 Tu ausencia es una cosa dura como metal
                                 Tu ausencia es un enorme barranco al que me asomo
                                 sin tacto sordo ciego igual que un mineral
                                 Tu ausencia es un olor que abrasa mi nariz
                                 Un ruido monstruoso que se cuelga en mi oreja
                                 Un animal sin límites que es todo cicatriz
                                 y que lame mi vida y me la deja vieja
                                 Tu ausencia, esa cosita que no tiene ni abuelo
                                 ni apellido ni forma ni rodilla ni pelo
                                 es sin embargo un bulto majestuoso y profundo
                                 Tu ausencia es una rara prestidigitación
                                 que está vaciando a pausas mi lleno corazón
                                 y que está abarrotando de vaciedad el mundo
                                                                                                            Félix Grande

NEAL CASSADY (1926-1968)

Neal Cassady nació en Denver (Estados Unidos) en 1926. Hijo de un alcohólico empedernido, su infancia transcurrió en todo tipo de centros benéficos. Adolescente se traslada a New York donde entabla amistad con las cabezas visibles del movimiento beat: Jack Kerouac, Gregory Corso, William S. Burroughs y Allen Ginsberg. Sus amigos beats ven en la figura del joven Cassady el prototipo de joven apaleado y lo convierten en el arquetipo del hombre-beat. Así Kerouac lo inmortalizará en varias de sus obras disfrazándolo con los más variados nombres (por ejemplo en "En la carretera" como Dean Moriarty) y Ginsberg le dedicará varios de sus poemas ( "Aullido" y "El automóvil verde" ). 
Convertido Cassady en el enfant terrible de la generación beat, sufrirá un proceso de ósmosis cultural que le empujará a la literatura. En toda su obra, Cassady pone de relieve la más pura fidelidad al ideario de aquella generación, advirtiéndose la influencia de Kerouac. 
Hasta que le sobrevino la muerte en Mexico, cuatro días antes de cumplir su cuarenta y cuatro cumpleaños, Cassady, incansable viajero, amoldándose al modelo del joven beat, no cejó en su intento de encontrar la "visión" definitiva y en la apasionada búsqueda de esa visión.
Su obra más destacada es "El primer tercio ".

Christian Martin Weiss


miércoles, 21 de mayo de 2014

ESCRIBIR

ESCRIBIR es como la segregación de las resinas; no es acto, sino lenta formación natural. Musgo, humedad, arcillas, limo, fenómenos del fondo, y no del sueño o de los sueños, sino de los barros oscuros donde las figuras de los sueños fermentan.
Escribir no es hacer, sino aposentarse, estar.
                     
                            José Ángel Valente  Mandorla

martes, 20 de mayo de 2014

JANO BIFRONTE***

No hablemos más del "medio claustro" ni de las dos ciudades, ni de aquella ciudad cercada como almendra con sus dos catedrales. Mirando un plano de hace cien años nuestra imaginación nos hace ver un corazón invertido sobre el río, una cebolla despuntando hacia el norte, un yelmo sin penacho, una raíz de remolacha con algunas heridas y adherencias.
" Las injurias de los hombres, más que las de los tiempos " diezmaron (sólo en parroquias cayeron 25) un entramado de monasterios-conventos-colegios mayores-militares-hospicios-alberguerías-hospitales-ermitas-torreones-arcos-puertas y palacios.
Las bombas y el asedio, la "Desamortización" y la especulación, las rasantes, las líneas, las ideas geniales de urbanistas. El triunfalismo sin razón, los males de la piedra (muy especialmente su exaltación) desfiguraron una ciudad bien apañada y bien curtida por otras injurias: la langosta, la peste, las riadas. El terremoto de Lisboa ¿despertó de un letargo a la ciudad o anunció su principio del final?
                    (Ahora la plaga es de puristas).
El núcleo se mantuvo encerrado y coherente hasta llegado casi el siglo: algunos arrabales de ganado y de harina, las torres azufrosas de Gay-Lussac y Glover sobre las ruinas de un convento.
Las chimeneas fabriles sobre el refectorio.
El ferrocarril -con la ayuda de Eiffel- trazó respetuoso unos caminos para no herir a un organismo que le acabaría devorando. Un anillo de tráfico rodado suplantó a la muralla.
Como un anfiteatro de fondo irregular y en obra interminable crecieron dos generaciones de aposentos en torno al corazón congestionado, al yelmo orondo o fruto sin corteza. El escenario, reducido a un telón de glorias del pasado, se vio invadido por los espectadores que esperaban asentarse lo más cerca posible de aquel centro prestigioso. Hubo que reducir el aparato de símbolos y escenas, sacrificar el utillaje viejo, repintar los telones, sustituir el el texto. Los espectadores, actores ya de la obra que admiraban, no se daban cuenta de que la habían destruido
Portillos y puertas, de las que sólo queda el nombre, ya no separan la ciudad del campo, por ellas ni se sale ni se entra. Son ahora cruces de pasillos. Por la Puerta de Zamora ya no se va a las eras.
Sin puertas, la ciudad no tiene formas. Como un pulpo fuera del agua.
*** (Dios romano de las puertas)                                                                                                                Aníbal Núñez             

BACO

Sólo aquí en Salamanca hay más bares que en toda Bélgica. Dos por cada cien habitantes.
No habría lugar aquí para hacer una clasificación de esos establecimientos por especialidades y categoría. Ni tiempo apenas para indagar las causas. Permítasenos mejor señalar un dato que hace más sorprendente el número si cabe: Salamanca no es precisamente famosa por sus caldos.
Antes de los primeros cubalibres de los estudiantes portorriqueños ya era la capital pródiga en tascas y cafés. Odres y tinajas, frascas y pellejos compondrían el inocente y pintoresco decorado de bodegones y tabernas. Y qué decir de la clientela. Una relación convenientemente manipulada de asiduos nos habla de estudiantes, esclavos, clérigos, casados, romeros y hasta proscritos de la raza mora. Tinta más de grabado de época aportaba la presencia de arreadores, mozos de mula y fulleros. A las botillerías concurrían los poetas bucólicos esperando el favor de la atención y evitando mirar el agua de limón granizada con nieve. De repente en el XIX todo el mundo toma chocolate con vainilla en el Suizo.
Bajo los soportales los humildes pagaban el recuelo del café.
                                                                                                                 Aníbal Núñez


lunes, 19 de mayo de 2014

CADA CUAL CON SU QUIMERA

     Bajo un ancho cielo gris, en una ancha llanura polvorienta, sin hierba, sin un cardo, sin una ortiga, me encontré con varios hombres que andaban encorvados.
Cada uno de ellos llevaba sobre los hombros una enorme Quimera, tan pesada como un saco de harina o de carbón, o como la fornitura de un soldado romano. Pero la monstruosa bestia no era un peso inerte; al contrario, envolvía y oprimía al hombre con sus músculos elásticos y poderosos; se aferraba con sus dos enormes garras al pecho de su montura; y su cabeza fabulosa encimaba la frente del hombre, como uno de esos cascos horribles con que los antiguos guerreros calculaban aumentar el terror del enemigo.
Me dirigí a uno de aquellos hombres y le pregunté adónde iban de ese modo. Me respondió que no tenía ni idea, ni la tenían los demás; pero que evidentemente iban a alguna parte, ya que se sentían empujados por una invencible necesidad de andar. Un dato curioso: ninguno de aquellos viajeros parecía irritado contra la bestia feroz suspendida de su cuello y pegada a su espalda; se hubiera dicho que cada cual la consideraba como algo que formaba parte de sí mismo. Ninguno de aquellos rostros fatigados  y serios testimoniaba la menor desesperación; bajo la cúpula spleenética del cielo, con los pies hundidos en el polvo de una tierra tan desolada como el cielo, andaban con la fisonomía resignada de los que están condenados a esperar siempre.
Y el cortejo pasó por mi lado y se sumió en la atmósfera del horizonte, allí donde la superficie redondeada del planeta se sustrae a la curiosidad de la mirada humana. Y durante algunos instantes me obstiné en tratar de comprender este misterio; pero no tardó en abatirse sobre mí la irresistible indiferencia, y esto me abrumó más de lo que a ellos abrumaban sus aplastantes Quimeras.
                                                                    Charles Baudelaire  el Spleen de París

LA GIOCONDA

 Supo que había un cuadro maravilloso llamado la Gioconda. Pero quería descubrirlo por sí solo. Se dedicó, desde muy joven, a ignorar la historia y la geografía. Un día partió a recorrer mundo en busca del fabuloso cuadro.
Recorrió tiempos y ciudades, entró en palacios y mesones, agotó galerías agobiadas de cuadros magníficos. Pero ninguno era la Gioconda. Muchas veces estuvo por abordar a los guías y preguntarles de una vez dónde hallar el soñado cuadro. ¡Era tan sencillo que lo tomaran de la mano y lo condujeran hasta dejarlo frente a ese mar!
Pero siguió buscando por sí solo. Amó a varias mujeres cuyos ojos le parecían los de la Gioconda. Luchó con hombres en cuyos labios presentía la sonrisa de la Gioconda.
Llegó un momento en que el mundo ya no tenía secretos para él. Pero nada sabía aún de la Gioconda. A la sazón, había llegado a Florencia a principios del siglo XVI.
Entonces, desesperado, pintó la Gioconda.
                                             César Fernández Moreno                                   

domingo, 18 de mayo de 2014

BABAOUO

   Faltando al pudor más elemental
   Debo por necesidad de publicidad
   Divulgar con quién y en qué posición
   Me entrego al estupro y a la fornicación
                               George Brassens

El texto original francés de este guión cinematográfico se publicó por primera vez en París en 1932, sólo dos años después de que Dalí, en colaboración con Buñuel, escribiera el guión de L´Age d´Or.  Asíel contenido de Babaouo se inscribe de lleno en la época de eclosión del movimiento surrealista y ofrece un testimonio cabal de la inagotable fuente daliniana generadora de imágenes.

     " A partir de las primeras notas de la sardana Per tu ploro, se alza el telón pintado por Salvador Dalí y que representará un vasto y desolado paisaje mineral. Las formas convulsivas y catastróficas de las rocas ofrecerán la rígida noción de un delirio geológico milenario.
Una cuchara de plata de diez metros de longitud nacerá directamente de una roca de puro óxido de hierro y atravesará en ligera diagonal el paisaje. En el interior de la cuchara se verán dos huevos al plato (sin el plato) cuyo rojo será rojo fuego debido al reflejo del extremo de un peñasco color de orín e iluminado por el sol poniente; el resto del paisaje estará sumido en una sombra precrepuscular, en tanto que la clara de los huevos y la plata de la cuchara reflejarán la luz del cielo, que será, con gran exactitud, la de una aguamarina.
Este telón se levanta al finalizar la sardana y descubre a treinta y cinco inválidos que ocupan totalmente la escena sin apenas dejar un espacio libre. Cada uno de ellos llevará, atada sobre la cabeza por medio de una correa por debajo de la barbilla, una gallina viva y con las patas al aire. Irán vestidos de jovencitas y cantarán con gran sensualidad, los ojos en blanco y el rostro pletórico de malicia y alegría, la rumba "El manisero".
Mediada la rumba, aparece en escena un bailarín parecido a los exhibicionistas del tango, que empieza a bailar sin seguir la música. Ejecuta saltos irregulares y rígidos, aprovechando el escaso espacio libre que ha quedado entre los inválidos, con el resultado de constantes empujones y pifias de toda clase. Este bailarín llevará un brazo enyesado y uno de los pies envuelto en una voluminosa cantidad de algodón. La danza, que debe parecer muy violenta y necesitada de un esfuerzo exagerado, precederá inmediatamente a la caída del telón "  (continúa)
 
                                                                                                             Salvador Dalí  Babaouo

viernes, 16 de mayo de 2014

EL PASTORCILLO

     Esta es una de las naves de Cupido .......¡desplegad más velas! ¡Más! Al ataque......¡los cañones ante los agujeros! ¡Fuego!
   (Las alegres comadres de Windsor, Shakespeare)



   " La idea se le ocurrió de repente un mediodía de junio. Tenía poco más de dieciséis años y era de tez morena, delgado, no muy alto, con el pelo negrísimo y revuelto, y unos ojos enormes, llenos de malicia y de inteligencia. Uno de los pocos placeres, por no decir el único, de su solitaria vida de prematuro rabadán era masturbarse y se había masturbado de todas las maneras posibles, en todas las posturas imaginables, buscando las ayudas más extravagantes. Había intentado meter la polla en las grietas de los troncos de los árboles, en el coño de las ovejas y las cabras, había querido darle por el culo al perro que le acompañaba y que le ayudaba a custodiar el rebaño, incluso había intentado, sin lograrlo a pesar de su delgadez y flexibilidad, doblarse sobre sí mismo, una vez desnudo y tendido en el suelo, para meterse la polla en la boca y chupársela; pero las grietas de los troncos de los árboles eran secas y astillosas y le herían, el coño de las ovejas y de las cabras demasiado grande y blando, y, por lo que respecta al perro, se le había revuelto, rugiendo amenazador, al primer conato, así que sólo le quedaban las manos, que utilizaba con gran sabiduría y asiduidad, mientras seguía buscando la manera de aumentar su solitario placer.
Hasta que, aquel mediodía, le vino como un relámpago la gran idea, una idea que pronto se convirtió en una obsesión más que excitante por lo que tenía de arriesgada y de pavorosa: conseguir que una serpiente le mamara, una de aquellas bichas largas y negras, que veía reptar ondulantes por el verde de los pastos. Una de ellas parecía tener su cubil al pie de una de las paredes de la choza que le servía a él de cobijo durante la buena estación, cuando pasaba semanas enteras completamente solo, comiendo pan duro, queso y cebollas y bebiendo la leche de los animales que él mismo ordeñaba, entre una visita y otra que le hacía el capataz para llevarle provisiones frescas y ver cómo andaba el rebaño.
Muchas veces había oído contar que a las serpientes les gusta la leche de mujer y que, cuando una mujer que amamanta a su hijo se duerme, corre el riesgo de despertarse con una serpiente con la boca pegada a uno de los pezones mamando la leche mientras, astutamente, tiene la cola introducida en la boca del niño para que éste, engañado, la tome por el pecho de su madre y no llore. Y se decía que, si las serpientes se pegan a los pezones de las mujeres para mamarlos, ¿por qué no podían mamarle el capullo en busca de su leche.............." (continúa)

                                                                                         Aldo Coca   Cuentos inenarrables



miércoles, 14 de mayo de 2014

EL LIBRO DE MONELLE


     En la primavera de 1905, en un apartamento bastante sombrío de la calle Saint-Louis-en-l´le de París, moría Marcel Schwob*. Nacido durante el auge de las letrillas sentimentales, el escritor, de constitución enfermiza, se extinguió entre montones de libros, recibiendo los negligentes cuidados de un criado chino en el corazón de la ciudad, rodeado de malolientes viviendas habitadas por los últimos hijos de los pícaros.
* (ver la entrada sobre M.Schwob en el blog (año-/2011/)

     " Monelle me encontró en la llanura, por donde yo andaba errante, y me tomó de la mano: 
- No te sorprendas- dijo-, soy yo y no soy yo. Me volverás a encontrar y me perderás.
Una vez más volveré entre vosotros; pues pocos hombres me han visto y ninguno me ha comprendido. Y me olvidarás y me reconocerás y me volverás a olvidar. Y añadió Monelle: Yo te hablaré de las pequeñas rameras, y tú sabrás el comienzo.
Cuando Bonaparte el asesino tenía dieciocho años, halló bajo las puertas forjadas del Palais Royal a una pequeña prostituta. Tenía la tez pálida y tiritaba de frío. Pero "era necesario vivir", le dijo ella. Ni tú ni yo sabemos el nombre de esa pequeña a quien Bonaparte llevó, una noche de noviembre, a su cuarto del hotel de Cherburgo. Era de Nantes, en Bretaña. Estaba débil y cansada, y su amante acababa de abandonarla. Era sencilla y buena; su voz sonaba muy dulcemente. Bonaparte recordó todo esto. Y creo que, más tarde, el recuerdo del sonido de su voz lo emocionó hasta las lágrimas y la buscó largo tiempo, durante las noches de invierno, sin volverla a encontrar nunca más.
Porque sabrás que las pequeñas rameras sólo salen una vez de la muchedumbre nocturna para cumplir una misión de bondad. La pobre Ana acudió en auxilio de Thomas de Quincey, el fumador de opio, que desfallecía en una ancha calle de Oxford bajo los grandes quinqués encendidos.
Con los ojos húmedos le acercó a los labios un vaso de vino dulce, lo abrazó y le prodigó caricias. Luego volvió a sumergirse en la noche. Tal vez murió poco después. "Tosía - dice de Quincey - la última noche que la vi". Quizá erraba aún por las calles; pero, a pesar de su apasionada búsqueda y de haber arrostrado las burlas de las gentes a las cuales interrogaba, Ana se perdió para siempre. Más tarde, cuando pudo disfrutar de una vivienda abrigada, pensó muchas veces, con lágrimas en los ojos, que la pobre Ana hubiera podido vivir allí, junto a él. En cambio, se la imaginaba enferma, moribunda o desolada, en la negrura central de un burdel de Londres, habiendo llevado consigo todo el amor piadoso de su corazón "........
                                                                                                 Marcel Schwob  el libro de Monelle






martes, 13 de mayo de 2014

IRENE (anónimo)

IRENE se publicó anónima y clandestinamente en el París surrealista de 1928.
Desde su aparición, los círculos literarios atribuyeron a Louis Aragón la creación de esta pequeña obra maestra del erotismo, pero este importante escritor francés se ha negado siempre a que el libro se editase con su nombre o, simplemente, a reconocerlo privadamente. Nada se sabe, pues, sobre el autor de manera cierta. La obra ha merecido la admiración de escritores como Albert Camus, quien lo calificaba de uno de los más bellos textos eróticos, y como Octavio Paz, quien escribió que IRENE es el erotismo como rabia verbal.

     " No me despierten, cochinos, con un demonio, no me despierten; cuidado, que muerdo, que veo todo rojo. Que horror; además, el día, aún la perrería, la inestabilidad, la agrura. Quiero volver al mar ciego; basta de relámpagos ¿qué son estas tormentas continuas?, ¿quieren que viva la vida del trueno? me han puesto láminas en vez de orejas, estalla el grisú; cada vez que respira mi pecho se escabullen mis mineros por galerías de angustia; explota, explota a más no poder. Pero no es el día, es dinamita. Clavan espadas en mis párpados, hunden dedos en mi garganta, me restriegan el pellejo con cascajos del despertar. No me arranquen las uñas; metida en el mantillo de los sueños está mi carne pegada a la sombra; la noche está en mi boca, mi sangre no quiere correr. Estoy dormido, carajo, estoy dormido.
Bestias, voy a gritar; grito, bestias, hijos de cerdas enculadas por los reclinatorios; abortos de calzones sucios, lodos de cagaderos, puntos idos en la media de las putas, sapos, domésticas, mucosas purulentas, alimañas; suéltenme; los mato, los machaco, les arranco los huevos, les masco la nariz, los pisoteo ..................." ( así, in crescendo, hasta la pg.¿69? )



sábado, 10 de mayo de 2014

LA FALSIFICACIÓN DE LA CIUDAD


Lo intemporal es caducable, máxime si se apuntala con piropos y tópicos: Roma la Chica, Reina del Tormes, Perla de Occidente, Pequeña Atenas. Y no vale barrer debajo del asfalto. Ni escamotear un barrio entero, prestigioso vestigio del Camino de Oriente y de la Plata, por poner un ejemplo. El abuso del mito engendra usos desmedidos*. El texto de una ordenanza cuyo origen no digo, suspicaz de que sea el resultado de malas digestiones, dictamina algo parecido a esto: "Para conservar el carácter artístico es obligado aquí no sólo dar a los edificios alturas discretas, sino realizarlas o al menos revestirlas con ese material". Ese material innombrable con el que está realizado y/o revestido el Poder había de ser imitado sobre cemento para eternizar La Moda Elegante sobre las delicadas costillas de las casuchas de entramado de madera y ladrillo, de los muros mudéjares, de la mampostería arrancada del abandono o recogida de ruinas fragmentadas , del adobe estucado..... Delirio de queso americano del Plan Marshall en dovelas y arcos. Lo natural abandonado a merced de los elementos*.
Tachar del mapa: una debilidad humana de posible rehabilitación. Si lo hiciéramos exageradamente sobre toda la "arquitectura pretendidamente monumentalista de impersonal diseño y elevado volumen" habría que suprimir hasta la Mismísima Catedral. Ejemplo de añadidos, refritos, homenajes, renovados esfuerzos, reconstrucciones y reforzamientos, inseparable de la sede que usurpó*; como Sala de manca.
No es ésta, si las hay, capital de arte puro y distinto: transiciones y amaneramientos, manifestaciones tardías, híbridos..... Fuente de eclecticismo con unas reservas naturales de falta de Gusto capaces de garantizar el futuro de las Bellas Artes*
                                                                                                           Anibal Núñez

GEORGE SAND (1804-1876)

      Armandina Lucila Aurora Dupín, más conocida por el seudónimo de "George Sand", nace en Francia en 1804. A los cuatro años queda huérfana de padre, pasando al cuidado de la abuela paterna en su casa campestre, que tanta influencia ejercerá en la vena bucólica y naturalista de la futura escritora. Mujer de numerosos amantes: Merimée, Musset, Chopin....y con una gran producción literaria. Hacia la adolescencia toma su habitual manera de vestirse a lo masculino, a fumar en pipa,etc, y a declararse ardiente feminista. 
Desde la publicación de sus primeras novelas ya se deja entrever lo que será su estilo, lleno de delicadeza, emoción, imaginación y fantasía.
A partir de la publicación de Indiana, en 1832, es cuando puede hablarse ya de un estilo definido en su obra. De su periodo naturalista sostiene que todo lo que sale de la Naturaleza es perfecto, bello, puro y agradable; pero la vida cotidiana, las conveniencias sociales y la misma cultura hacen perder la pureza de los instintos naturales. Toda su obra está bañada de tintes románticos e idealistas. Retirada en el campo, George Sand escribe sobre temas de ambiente campesino, con personajes idealizados, notas autobiográficas y recuerdos de la infancia vividos en los lugares que conocía. La visión de la realidad social del campo está matizada por la poesía y el amor romántico: exaltación rebeldía, misterio. Sus personajes femeninos son los más acabados, los más definidos por su generosidad y desinterés.
Obras: 
Indiana/Valentina/Lelia/Romans et Nouvelles/Andrés y Simón/Mauprat/Un invierno en Mallorca/La condesa de Rudolstadt/Jeanne/La charca del diablo/Maitres sonneurs.........

miércoles, 7 de mayo de 2014

CENTURIA (cincuenta y seis)

Aquel señor de aspecto irritable y al mismo tiempo nervioso, como si estuviese siendo continuamente desafiado por una situación de insoportable gravedad, está, en último término, enamorado; más exactamente, con estas palabras se describiría a sí mismo en este momento, ya que son las diez de la mañana y a partir de esa hora hasta las once, lo más tarde las once y cuarto, ama a una señora distinguida, de noble espíritu, culta, ligeramente autoritaria, taciturna y delicadamente apesadumbrada. 
Sin embargo, la situación tiene esto de irritante: que de las diez y cuarto hasta las once y media, la señora ama a un culto, pero brutal, estudioso del tarot, que a la misma hora ama a una dama inglesa que ha llegado a la lección treinta de sánscrito. En torno a las once y treinta, todo cambia: la estudiante de sánscrito se enamora del señor irritable, que durante una hora no ama a nadie, si bien siente una inclinación inocua por una diseñadora de almohadones, procedente del campo, que hacia el mediodía ama durante cuarenta y cinco minutos a un joven tenor de escaso éxito pero cierto talento, que en realidad está enamorado, hasta las trece y treinta, de la señora ligeramente autoritaria. Las primeras horas de la tarde presencian en general un debilitamiento de los recíprocos amores, excepto en el caso del tenor, que cultiva una veneración sin esperanzas por la estudiante de sánscrito. 
A las diecisiete, se introduce en la situación un zoólogo de mediana edad, que finalmente se ha dado cuenta de que la vida no tiene sentido sin la simple naturalidad de la diseñadora de almohadones; acompaña al zoólogo su joven esposa, que piensa, alternativamente, matar por celos al marido zoólogo o a la diseñadora de almohadones -que, en realidad, ignora hasta la existencia del zoólogo-, o bien, en el caso de que sea viernes o martes, decide amar locamente al brutal estudioso del tarot que, mientras tanto, ha escrito una carta de desesperado amor a una jovencísima filatélica, carta que sin embargo no enviará porque mientras tanto se ha enamorado nuevamente de la señora ligeramente autoritaria, que ha decidido amar al señor irritable, que sólo ahora tiene un presentimiento de felicidad, después de mirar a los ojos a la esposa del zoólogo, mientras ésta se consagraba mentalmente a un barítono arruinado por el hipo, ignorando que éste, rechazado por la filatélica, había decidido ingresar en un convento y renunciar a una búsqueda de la felicidad que no parecía compatible con la existencia del reloj.
                                                                                                              Giorgio Manganelli 

martes, 6 de mayo de 2014

PROSAS APATRIDAS

     Ayer recordé súbitamente las noches de M.... y empecé a escribir una narración. Entonces y solo entonces mi di cuenta de que esas noches -dos o tres de la mañana- tenían una música particular. No eran silenciosas. En esa época, cuando vivíamos esas noches, decíamos incluso: "¡Qué tranquilidad! No se escucha nada". Pero esa falso. Sólo ahora, al rememorar esa noches con el propósito de describirlas, puedo darme cuenta de los rumores que la poblaban. Resacas de los acantilados, quejidos del lejano tranvía nocturno, ladridos de perros en las huacas y una especie de zumbido, de estampido persistente y ahogado, como el de una trompeta que gime en el fondo de un sótano. Comprendí entonces que escribir , más que transmitir un conocimiento, es acceder a un conocimiento.
El acto de escribir nos permite aprehender una realidad que hasta el momento se nos presentaba en forma incompleta, velada, fugitiva o caótica. Muchas cosas las conocemos o las comprendemos sólo cuando las escribimos. Porque escribir es escrutar en nosotros mismos y en el mundo con un instrumento mucho más riguroso que el pensamiento invisible: el pensamiento gráfico, visual, reversible e implacable de los signos alfabéticos.
                                                                                                         Julio Ramón Ribeyro

domingo, 4 de mayo de 2014

MUJER

Mujer.  Animal que suele vivir en la vecindad del Hombre y que tiene una rudimentaria aptitud para la domesticación. Algunos de los zoólogos más viejos le atribuyen cierta docilidad vestigial adquirida en una antigua época de reclusión, pero los naturalistas del postfeminismo, que no saben nada de esa reclusión, niegan semejante virtud y declaran que la mujer no ha cambiado desde el principio de los tiempos. La especie es la más ampliamente distribuida de todas las bestias de presa; infesta todas las partes habitables del globo, desde las dulces montañas de Groenlandia hasta las virtuosas playas de la India. El nombre que se le da popularmente (mujer-lobo) es incorrecto, porque pertenece a la especie de los gatos. La mujer es flexible y grácil en sus movimientos, especialmente la variedad norteamericana (Felis pugnans), es omnívora y puede enseñársele a callar.
                                                                                     Ambrose Bierce