miércoles, 24 de junio de 2015

El suicida

   Al pie de la Biblia abierta -donde estaba señalado en rojo el versículo que lo explicaría todo- alineó las cartas: a su mujer, al juez, a los amigos. Después bebió el veneno y se acostó.
   Nada. A la hora se levantó y miró el frasco. Sí, era el veneno. ¡Estaba tan seguro! Recargó la dosis y bebió otro vaso. Se acostó de nuevo. Otra hora. No moría. Entonces disparó su revolver contra la sien. ¿Qué broma era ésa? Alguien -¿pero quién, cuándo?-, alguien le había cambiado el veneno por agua, las balas por cartuchos de fogueo. Disparó contra la sien las otras cuatro balas. Inútil. Cerró la Biblia, recogió las cartas y salió del cuarto en momentos en que el dueño del hotel, mucamos y curiosos acudían alarmados por el estruendo de los cinco estampidos.
   Al llegar a su casa se encontró con su mujer envenenada y con sus cinco hijos en el suelo, cada uno con un balazo en la sien.
   Tomó la cuchilla de la cocina, se desnudó el vientre y se fue dando navajazos. La hoja se hundía en las carnes blandas y luego salía limpia como el agua, y las carnes recobraban su lisitud como el agua después que le pescan el pez.
   Se derramó nafta en la ropa y los fósforos se apagaban chirriando.
Corrió hacia el balcón, y antes de tirarse pudo ver en la calle el tendal de hombres y mujeres desangrándose por los vientres acuchillados, entre las llamas de la ciudad incendiada.
                                                           Enrique Anderson Imbert

domingo, 21 de junio de 2015

En la Sierra

Esto fue en el primer otoño de la guerra.
El muchacho -veinte años- era teniente; el padre, soldado, por no abandonar al hijo.
En la Sierra dieron al hijo un balazo y el padre le cogió a hombros. Le dieron un balazo de muerte. El padre ya no podía correr y se sentó con su carga al lado.
 -Me muero, padre, me muero.
El padre le miró tranquilamente la herida mientras el enemigo se acercaba. Sacó la pistola y le mató.
A la mañana siguiente, fue a la cabeza de una descubierta y recobró el cadáver del hijo abandonado en mitad de las peñas. Lo condujo a la posición. Le envolvieron en una bandera tricolor y le enterraron.
Asistió el padre al entierro. Tenía la cabeza descubierta mientras tapaban al hijo con la tierra aterronada, dura de hielo. 
La cabeza era calva, brillante, con un cerquillo de pelos canos alrededor. Con la misma pistola hizo saltar la tapadera brillante de la calva.
Quedó el cerquillo de pelo gris rodeando un agujero horrible de sangre y sesos.
Le enterraron al lado del hijo.
El frío de la Sierrra hacía llorar a los hombres.
                                 Arturo Barea  (1897-1957)
                           

sábado, 20 de junio de 2015

GELMAN


   El poeta Juan Gelman escribe alzándose sobre sus propias ruinas, sobre su polvo y su basura.
Los militares argentinos, cuyas atrocidades hubieran provocado a Hitler un incurable complejo de inferioridad, le pegaron donde más le duele. En 1976, le secuestraron a los hijos. Se los llevaron en lugar de él. A la hija, Nora, la torturaron y la soltaron. Al hijo, Marcelo, y a su compañera, que estaba embarazada, los asesinaron y los desaparecieron.
   En lugar de él: se llevaron a los hijos porque él no estaba. ¿Cómo se hace para sobrevivir a una tragedia así? Digo: para sobrevivir sin que se te apague el alma. Muchas veces me lo he preguntado, en estos años. Muchas veces me he imaginado esa horrible sensación de vida usurpada, esa pesadilla del padre que siente que está robando al hijo el aire que respira, el padre que en medio de la noche despierta bañado en sudor: Yo no te maté, yo no te maté. Y me he preguntado: si Dios existe, ¿porqué pasa de largo? ¿No será ateo, Dios?
                                                  Eduardo Galeano  (1940-2015)

viernes, 19 de junio de 2015

La naturaleza del elefante

     Cuando se quieren capturar elefantes en los grandes desiertos sin matarlos, para domesticarlos y que sirvan de ayuda a los reyes en las batallas, se cavan grandes fosas en los caminos por donde se sabe que pasan, y al pasar caen dentro. Entonces, llega uno de los cazadores y golpea al animal; después viene otro cazador tras el primero y le pega en presencia del elefante. Y así como el primer cazador finge golpear al elefante, el segundo hace ver que lo defiende y protege para que no reciba más golpes, y luego le da cebada de comer. Y cuando lo ha hecho así tres o cuatro veces, el elefante toma afecto al que le ha defendido y le ha dado de comer.
      También se domestica cuando le dan de comer unos gusanos llamados camaleones, que tienen el vientre blando y el lomo duro.
Cuando el elefante lucha con el unicornio, le presenta la espalda, y no el vientre.
Por naturaleza, los elefantes son bondadosos y no tienen hiel, pero también son feroces accidentalmente, a saber, cuando se les hostiga en exceso.
Aristóteles dice en su octavo libro de las bestias, que no hay en la tierra animal más longevo que el elefante. Cuando sale del vientre de su madre, tiene el tamaño de un ternero de dos años y el macho es mayor que la hembra.
                                                              Bestiario Medieval   (hacia 1150)

jueves, 18 de junio de 2015

La "retranca" del franquismo

    
    El fenómeno del turismo 

Junto a la televisión, que es un cine doméstico muy peligroso, nos invade el fenómeno del turismo que trae grandes ventajas y grandes miserias.
Es fácil comprobar que en las grandes avalanchas que penetran en España, para visitar nuestro país, al lado de una mayoría de turistas honorabilísimos, a la que nada hay que reprochar, hay también una minoría de tipos extravagantes, barbudos, melenudos, desgreñados, grotescos, sucios, desarrapados, que hacen alarde de su vida errática y aventurera.
Ya en algunas ciudades, con muy buen acuerdo, se les ha expulsado, como a seres inútiles, sin oficio ni beneficio y como seres perjudiciales y destructores de la cultura, de la decencia y de la urbanidad.
Los turistas constituyen una verdadera peste nacional, que debemos arrojar de nuestra patria.
                                  Bernardino M. Hernando   Bendito País!  (1976)

Asociación Técnica del Copeteo del Norte al Sur de España

Asociación de "borrachines" fundada en 1935 y que sigue funcionando en algunas ciudades de España.

ESTATUTOS DE ESTA PRESTIGIOSA ASOCIACIÓN
   * Obligaciones entre camaradas
1º Nunca trabajar y nunca tener responsabilidades.
2º Socorrer a cualquier hermano que se esté tambaleando o dando trompazos a las paredes y a quien pase.
3º Nunca aceptar agua.
4º Todo el contenido de medio litro para arriba debe ser bebido de un solo trago.
5º Nunca hacer uso de aguas medicinales o de cualquier otra clase.
6º Todos los socios están obligados a beber solamente bebidas nacionales o extranjeras.
   * Condiciones especiales
Esta Asociación dará un subsidio de cinco litros de seco o dulce por día, al socio que por motivos de grandes servicios prestados a la Asociación consiga tener las siguientes señales: 
1º Ojos inflamados o torcidos.
2º Cara color camarón.
3º Nariz color zanahoria en forma de chimenea.
4º Barba color borras de vino.
Todo socio, en el acto de inscripción tendrá que pagar un vaso de vino a sus compañeros, leer los estatutos y así demostrar que el Credo es la oración de todos los hermanos.
   * Impuesto judicial
Ausentarse de la sociedad cuando se bebe: un año de prisión.
Abandonar a un camarada borracho: 10 años de trabajos forzados.
Vomitar y no beber más: expulsión.
Romper una garrafa llena: 33 años deportado.
Sufrir sed y tener dinero en el bolsillo: 6 meses de prisión correccional.
Hablar mal de los que beben: 15 años a pan y agua.
Beber un vaso en dos veces: un litro de vino por la primera vez y dimisión por la segunda.
Beber y no pagar, ser gorrero o abusón: cadena perpetua.
Jurar no beber más: pena de muerte. 
                                                              Luis Carandell   Celtiberia Show  (1970)
    

sábado, 13 de junio de 2015

Kennedy, John Fitzgerald

   Esta bala es antigua.
En 1897 la disparó contra el presidente del Uruguay un muchacho de Montevideo, Arredondo, que había pasado largo tiempo sin ver a nadie, para que lo supieran sin cómplices. Treinta años antes, el mismo proyectíl mató a Lincoln, por obra criminal o mágica de un actor, a quien las palabras de Shakespeare habían convertido en Marco Bruto, asesino de César. Al promediar el siglo XVII, la venganza la usó para dar muerte a Gustavo Adolfo de Suecia, en mitad de la pública hecatombe de una batalla.
Antes, la bala fue otras cosas, porque la transmigración pitagórica no sólo es propia de los hombres. Fue el cordón de seda que en el Oriente reciben los visires, fue la fusilería y las bayonetas que destrozaron a los defensores del Álamo, fue la cuchilla triangular que segó el cuello de una reina, fue los oscuros clavos que atravesaron la carne del Redentor y el leño de la Cruz, fue el veneno que el jefe cartaginés guardaba en una sortija de hierro, fue la serena copa que en un atardecer bebió Sócrates. 
En el alba del tiempo fue la piedra que Caín lanzó contra Abel y será muchas cosas que hoy ni siquiera imaginamos y que podrán concluir con los hombres y con su prodigioso y frágil destino.
                  J. L. B    In memoriam J. F. K   (1967)
                        

del diario de un niño tonto

    Hoy estoy bastante contento porque he nacido. Confieso que ya tenía bastantes ganas de nacer, pues mientras no se nace, no se es nada, y yo soy una persona con muchas aspiraciones.
Han venido a verme varias señoras y han dicho cosas de mi nariz, y de mis ojos y de mi pelo. Según una gorda de luto, tengo la nariz de mi padre, los ojos de mi madre y la boca de mi tía Catata. Por lo visto no tengo nada mío. ¡Mal empieza esto!
Después de lavarme, cosa que me ha molestado bastante, y que no me explico, pues todavía no me he revolcado por el suelo, me han rebozado con unos polvos blancos que parecen harina, y he temido que fueran a freírme. Pero, afortunadamente, no me han frito y sigo tan crudo como el primer día.
Mis padres han tenido una bronca regular, pues, por lo que he podido oír, a mi madre no le ha gustado nada que yo sea niño, y ha dicho que la culpa de todo la tiene mi padre, que es un egoísta y siempre ha de hacer su santa voluntad. Esto me ha apenado bastante, y de buena gana me hubiera cambiado por una niña, pero como soy tan pequeño, no sé cómo se hace eso.
Todo el mundo me toca la cara con un dedo y me dice no sé qué de "ajito" y de "culú, culú". Me da la sensación de que las personas mayores son menos serias de lo que yo esperaba. Mi familia ha estado discutiendo sobre si me debo llamar Sebastián o debo llamarme Federico. Mi abuela opina que debo llamarme Sebastián en recuerdo a su difunto esposo que se llamaba Fortunato, pero mi padre dice que es mejor que me llame Federico, ya que él se llama así y le va tan ricamente......
                                 Antonio Lara    Diario de un niño tonto  (1958)

viernes, 12 de junio de 2015

Vacío

   Dan pareció salir de un sueño. Con un gesto lento, inexorable, pasó su pierna por sobre el borde de la ventana, inclinándose para pasar todo el cuerpo. Divisó allí abajo, lejos, sobre la calzada, un grupo compacto e, instintivamente, se contrajo como para evitarlos. Su cuerpo dio vueltas en el vacío como una especie de torpe rana y se aplastó sobre el duro pavimento.
El fotógrafo Max Klein tuvo tiempo de sacar la foto de su carrera antes de que la policía se llevara el cadáver. Apareció en "Life" algunos días más tarde.
Era una excelente fotografía.
                         Boris Vian  Todos los muertos tienen la misma piel  (1947)

jueves, 11 de junio de 2015

el temor a los vampiros...

   Hace unos quince años, en la aldea de Amarasti, al norte de Dolj, murió una anciana, madre del campesino Dino Georghita. Tras unos meses, los hijos de su hijo mayor empezaron a morir, uno tras otro, y luego los de su hijo menor. Presa del miedo, los hijos se decidieron a abrir la tumba por la noche, cortaron a la mujer en dos partes y volvieron a enterrarla. Pero las muertes no cesaron. Abrieron la tumba por segunda vez, y ¡cúal no fue su sorpresa! el cuerpo estaba totalmente intacto, sin la más mínima huella de profanación. Era un gran milagro.
Tomaron el cadáver, lo llevaron a un bosque y lo depositaron bajo un árbol situado en un lugar apartado. Allí, lo cortaron, extrajeron el corazón, del que manó sangre, lo cortaron en cuatro partes y lo quemaron a fuego de carbón. Juntaron las cenizas, que, mezcladas con agua, dieron a beber a los niños. Arrojaron el cadáver al fuego, lo quemaron y enterraron las cenizas. Sólo entonces, cesaron las muertes.
                                                      Leyenda popular rumana   (hacia 1800) 

miércoles, 10 de junio de 2015

Cabeza de huevo

   -¡Tengo sífilis!
gritaba Cabeza de huevo junto a las tiendas indias de Damstraat con una botella de vino en la mano y pedía monedas y ofrecía a todo el mundo un trago.
   -Tienes monedas en el bolsillo puedo escuchar su ruido.
   ¿Quieres un poco de vino?
les gritaba Cabeza de huevo muy cerca de las caras asustadas.
   Y nadie le daba dinero y nadie bebía de la botella de Cabeza de huevo que estaba alegre y glorioso  y libre.
   -¡Tengo sífilis!
decía echando un trago y expiaba las caras mientras el vino le corría por la garganta y reía hasta romperse las costillas.
   -¿Queréis beber?
Pero, ¿qué color tenía el rostro de Cabeza de huevo?
   ¿Cúal era realmente su color?
   ¿Y quién iría a beber de esa botella?
   ¿Quién podría posar sus labios en esa botella?
Cabeza de huevo se sentó en un escalón del Dam y se quedó un rato en silencio mirándose las botas sucias y jugando con un tornillo que había encontrado en la calle.
   -¡Tengo sífilis!
aullaba de pronto y se quedaba mudo de nuevo con la botella vacía entre las piernas.
   -Que haya un buen cielo para todos murmuró por fin mientras seguía jugando con el tornillo.
   -Que haya un buen cielo para todos volvió a decir
    O for a clear blue sky.
siguió diciendo Cabeza de huevo.
                                                             Raúl Núñez   people  (1972)