miércoles, 18 de julio de 2018

Clubs de libertinos


    Sociedades londinenses de los siglos XVII y XVIII, cuyos aristocráticos miembros hacían gala de sus muy disparatadas aventuras. Los socios del Club de los Mohawks se paseaban por la ciudad cortando las orejas de los desdichados viandantes con los que se cruzaban. En el Club del Baile, la danza no tenía más fin que la excitación sexual entre sus miembros. Los cofrades del Club de la Peluca estaban orgullosos de su emblema: una peluca hecha con el vello púbico de la amante del rey Carlos II. Los socios de este club se comprometían a obtener una especie de tributo de sus propias esposas quienes podían besar la peluca y hasta ponérsela durante algún tiempo. El club escocés Begger´s Benison estaba especializado en la masturbación comunitaria, su insignia era un falo metálico, hueco y de tamaño natural. Otro club famoso fue el del Fuego del Infierno, creado por el excéntrico conde de Rosse, curioso personaje que en cierta ocasión recibió al medico dando saltos en pelotas y corriendo, a continuación, hasta la puerta de la calle para insultar a gritos a cuantos transeúntes se encontraba.

lunes, 16 de julio de 2018

Geoffrey Chaucer (1340-1400)

     Escritor inglés nacido en 1340.
Su obra cumbre, e inacabada, Los cuentos de Canterbury está concebida como una reunión de personas que se relatan cuentos por turnos y como por puro divertimento, al estilo del Decamerón de Boccaccio. Las narraciones suceden en una peregrinación al santuario de Santo Tomás de Canterbury, donde el autor imagina que se encuentra, al lado de otros treinta peregrinos, en la posada del Tabardo y que todos y cada uno aceptan el juego de narrar dos cuentos a la ida y otros dos a la vuelta.
Sus cuentos versan sobre temas variados, entre los que no faltan ni los misóginos ni los eróticos e incluso obscenos y aun pornográficos.
Chaucer nos ofrece en estos cuentos un vasto y complejo cuadro de la vida medieval, una comedia humana desde una perspectiva burguesa.

Leonarda Castenet (bruja)


   Bruja que vivió en el siglo XVI. Confesó haber asistido, en compañía de su esposo, a las reuniones nocturnas en las que se adoraba al diablo en forma de macho cabrío. La forma usual de rendirle pleitesía era besarle el culo llevando en la mano una vela encendida. Acusada de haber hecho abortar a tres mujeres y ser causa de la muerte de otras cinco, confesó su pacto y su repetido comercio carnal con el diablo.