miércoles, 17 de agosto de 2016

Los calzones de San Francisco

  
     A media noche, horrendos gritos daba
una casada y confesión pedía
diciendo que a pedazos se moría
de un cólico que atroz la atormentaba.
Llámose a un reverendo franciscano
que era su confesor... y de antemano
estaba prevenido
para ver de pegársela al marido
y gozar con la dama sus placeres:
que estos discurren frailes y mujeres.
Luego con la ninfa se halló a solas
quitóse el reverendo los calzones
y, con el taco libre de prisiones,
la hizo, sin más ni más, tres carambolas.
                                                                           Samaniego  (1745-1801)