lunes, 2 de diciembre de 2019

Retrato de Boccaccio

     
     Buen mozo, rubio, ágil, aun cuando acaso la estética pudiera decir que sobraban diez kilogramos de la carne envolvente de su esqueleto.
Tiene la cara perfectamente ovalada, como Epicuro. Su nariz chata y sus labios gruesos y abultados delatan al hombre sensual; pero la sensualidad brota en haces de fuego de sus ojos negros e inquietos.
Su barba cae partida, como río que se bifurca al chocar con su mentón enérgico, de dureza mitigada por el hoyuelo, que se ahonda cuando el poeta sonríe.
Sus piernas ágiles y sus brazos fuertes le facilitan el asalto a los alcázares del amor, y su cintura flexible le permite inclinarse mil veces al día para ofrecer a las bellas mujeres los rojos claveles de su ingenio y las rosas perfumadas de sus lisonjas.

                                                                                                             (leído por ahí....)