sábado, 15 de noviembre de 2014

A vuela pluma (II)

Nápoles Había entre nosotros un niño vestido con traje de marinero. Estaba triste, y tomándome la mano, me dijo: "Señor, yo he estado en Nápoles, y allí hay muchas calles pequeñas, donde puede uno quedarse sin que nadie le vea. No es que haya mucha gente en Nápoles, pero son tantas las calles pequeñas que no llegan a una por persona". "¿Qué mentiras os cuenta este pequeño?, me dijo el padre. ¡Si no ha estado nunca en Nápoles! -Señor -le repuse- su hijo es un poeta. Lo que está bien, pero si es un literato yo le retorceré el cuello.

Cuento de Navidad Había una vez un arquitecto o un caballero en Filadelfia, a quien se le dijo: "¿Conoces la catedral de Colonia?, pues haz construir una parecida. Y como él no conocía la catedral de Colonia, fue hecho preso. En la prisión se le apareció un ángel que le dijo: Wolfrang, Wolfrang, ¿por qué te desconsuelas? -Debo permanecer preso porque no conozco la catedral de Colonia-. Te hace falta el vino del Rhin para edificar la catedral de Colonia, pero muéstrales el plano y entonces podrás salir de la prisión. Y el ángel le dio el plano y pudo salir de la prisión, pero no pudo edificar la catedral porque no encontraba el vino del Rhin. Tuvo la idea de hacerlo traer a Filadelfia, pero se le envió un aborrecible vino francés de la Moselle; de suerte que no pudo edificar la catedral de Colonia en Filadelfia; se limitó a hacer un horroroso templo protestante.
                                                                   Max Jacob