viernes, 31 de julio de 2015

Guillaume Apollinaire (1880-1918)

      Poeta, novelista y ensayista nacido en Italia en 1880. Hijo de padre desconocido y de una aristócrata rumana. Pronto abandona Italia y se traslada a París.
Hombre culto y muy sensible que, agobiado por la miseria, trató de aprovechar sus habilidades y saberes para dar clases, como preceptor, a niños ricos, con los que hizo largos viajes por Europa, donde comenzó a escribir sus primeros versos. A partir de 1902 se traslada definitivamente a París donde trabaja como empleado de banca y como periodista.
Gran aficionado y conocedor del arte, pronto se rodea de artistas como Picasso, Max Jacob, Alfred Jarry, Rousseau, etc. Preocupado siempre por las corrientes artísticas de vanguardia, dando nombre al surrealismo. En 1910 reúne sus relatos en el volumen El heresiarca y compañía, pero la gloria le vino con los libros de poemas Alcoholes (1913) y Caligramas (1918). Junto a ellos, publicó dos obras en prosa de no menor importancia: El poeta asesinado (1916) y Las tetas de Tiresias (1917).
Durante dos años se enrola voluntario en la primera guerra mundial, resultando herido en la cabeza, causa por la que su salud se fue debilitando hasta su muerte en 1918.
La influencia de Apollinaire en la poesía fue muy grande. Fue un gran poeta revolucionario, inspirado siempre en el amor carnal, fue uno de los primeros y más importantes erotólogos de nuestro tiempo y el crítico que situó al marqués de Sade en su verdadero lugar. Escritor con una fantasía desbordada, una ensoñación sadomasoquista sin límite, un humor macabro y violento y una falta de seriedad que proporciona a sus relatos una ligereza peculiar y llena de gracia. Apollinaire escribió encendidos relatos eróticos con muy violento humor y muy descarada obscenidad, sintió una clara curiosidad e inclinación por la literatura libertina que, en no pocas ocasiones, fueron escritas por encargo y para poder comer: El fin de Babilonia, Las hazañas de un joven Don Juan y Las once mil vergas.