domingo, 6 de septiembre de 2015

Comerciante igual a ladrón


Un pobre que roba por necesidad el más mínimo objeto es enviado a presidio. Pero no así los comerciantes que, provistos de todo tipo de permisos, abren sus tiendas al borde de los caminos para desplumar a todo aquel paseante despistado que en ellas entre. Este tipo de ladrón no utiliza llaves maestras, ni palanquetas, lo suyo son las balanzas, los libros de registro, las mercaderías. Nadie puede salir de sus antros sin decir que no ha sido despojado. Estos ladronzuelos van, poquito a poco, enriqueciéndose y acaban por convertirse, como ellos dicen, en "propietarios", en ¡impúdicos propietarios!
Al menor desequilibrio político se apresuran a agruparse y armarse, y, aullando que se quiere imponer el pillaje, corren a aplastar a todo corazón generoso que se levante contra la tiranía.
¡Estúpidos tenderos! Es lógico que seáis vosotros quienes habléis de propiedad y tildéis de saqueadores a los buenos hombres que se empobrecen ante vuestros mostradores.....¡Cuidado con vuestras propiedades, patanes! Habéis desertado del arado para precipitaros sobre la ciudad, igual que hordas de cuervos o lobos hambrientos, para sorber la carroña....¡Cuidado con vuestras propiedades! Asquerosos tratantes, ¿qué sería de vosotros sin vuestras salvajes rapiñas?, ¿qué sería de vosotros si no pudiéseis vender latón por oro o agua teñida por vino, atajo de envenenadores?
Pienso que no es posible ser rico si no se es un hombre despiadado, un hombre sensible jamás amasará una fortuna.
Para enriquecerse hay que tener una única idea, un pensamiento fijo, duro e inmutable, el deseo de amontonar oro y más oro. Para conseguirlo es imprescindible ser usurero, estafador, despiadado, extorsionista y homicida. Es la única manera de poder maltratar al humilde y al débil. Y, cuando ya han conseguido la montaña de oro, pueden encaramarse encima y desde lo alto, con la sonrisa en los labios, contemplar el valle de miserables que abajo han dejado.
El gran industrial roba al hombre de negocios, el hombre de negocios roba al comerciante, el comerciante roba al artesano, el artesano roba al obrero, el obrero se muere de hambre.
                                                                                  Petrus Borel  (1809-1859)

" En el mundo hay dos cavernas, la de los ladrones y la de los asesinos. La primera está en la Bolsa; la segunda, en el Palacio de Justicia "