Parece que le estoy viendo en su esquinero velador, sentado en una silla de madera checa tras el escaparate de cristal del desaparecido y añorado caféEl Corrillo en la antigua, vieja y cansada ciudad de Salamanca, bebiendo su infusión de manzanilla a la que era tan aficionado.
Personaje pintoresco, poeta, conversador y hombre apacible. Muy apegado a su tierra(nació en Anaya de Alba, localidad próxima a Salamanca), una mina de recuerdos, de historias campesinas, de palabra fácil, entañable y ameno contertulio de cuantos se acercaban a charlar con él; todo un ritual se establecía desde su libreria portatil, charlabas de ésto o de aquello y después, si te apetecía, comprabas alguno de sus libros siempre con dedicatoria.
Recuerdo sus pañuelos multicolores anudados al cuello, su gorra de marinero en tierra, su barba blanca, su hatillo de carpetas repletas de poemas, su bohemia ? y su temblor parkinsiano.
" Para que en la plaza de El Corrillo, donde volaban sus versos como mariposas, siga respirándose
ese plácido aroma a libro viejo y a hombre sabio. Para que nunca nos olvidemos los salmantinos
de que, entre esas piedras medievales un alma libre sentaba cátedra desde su púlpito callejero "
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